Desatado el nudo del cierre financiero del contrato adjudicado en 1998 y cuando por fin creíamos que se iniciaría sin pausa la construcción al segundo piso térmico de la ciudad región, sorprenden las declaraciones del Ministro del Ambiente con la perla de que el proyectado túnel de Oriente pone en peligro el suministro de agua potable a Medellín y a los municipios de Guarne, Envigado y Rionegro.
Transcribiendo argumentos sobre lugares comunes de la Constitución: que la Ley de Impacto Ambiental (la 99/93), que el artículo tal del decreto 3570 del 2011, etc., determinan, entre otros, la obligación del Estado de planificar el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales?, de las personas, proteger las riquezas culturales y naturales de la nación?, del derecho a gozar de un ambiente sano?, que el Estado debe para garantizar un desarrollo sostenible, su conservación, restauración? etc., etc., envían desde Bogotá la resolución 0361 pero con fecha del 27 de diciembre del 2011 relevando a Cornare de la competencia del Proyecto de Conexión Vial Aburrá-Oriente y ordena a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), expedir los actos administrativos de suspensión de todos los trabajos y actividades relacionados con las obras.
Es como si estuviésemos improvisando el proyecto, sin considerar que desde hace más de 45 años se han realizado estudios y analizado alternativas de conexión vial con el Valle de San Nicolás para concluir que un túnel por Santa Elena (a un costo de $600 millones de la época) es la solución más segura, confiable y la de menor impacto ambiental.
Otro estudio de consultoría colombiana de 1981, ordenado por el Ministerio de Obras, evaluó 10 alternativas, recomendó una solución de túnel similar de 8.3 km; se licitó y recibió una propuesta de $7.087 millones pero, infortunadamente, la declaró desierta.
Y hoy, sin ningún fundamento técnico, afirma el ministro Frank Pearl que con la construcción del túnel se pondrá en riesgo el suministro de agua de la ciudad y los municipios mencionados, desconociendo que para la producción del agua potable, las once plantas de EPM nada tienen que ver con el área de influencia del túnel: el embalse de la Fe, ubicado al sur del proyecto y alimentado por algunas quebradas, el bombeo de los ríos Buey, Piedras y Pantanillo, proviene el 53%; la planta Manantiales, al norte de la ciudad y alimentada por los ríos Chico y Grande aporta el 35% y las restantes mucho menos.
Las infiltraciones a un túnel a más de 400 metros por debajo de la superficie del terreno y que atraviesa una formación ígnea muy competente estructuralmente (batolito antioqueño y anfibolitas) y cuyas fracturas en las zonas de falla serán selladas mediante inyecciones previas a la consolidación de la excavación, afirman los estudios, será inferior a 100 litros por segundo.
Los estudios y diseños realizados por ingeniería de consulta de reconocida solvencia técnica como Integral, la participación de todas las disciplinas que un proyecto de tal naturaleza exige, sumado a la experiencia y conocimiento de la ingeniería antioqueña en la construcción de túneles, son valiosos activos difíciles de superar por ninguna otra región del país.
Mientras en Europa, Asia y el resto del mundo hay continuidad y se construyen vías con túneles y viaductos por centenares, aquí, cada que se inicia una administración salta el afán protagónico de los nuevos funcionarios que esconden intereses subjetivos con actitudes que nos distraen del objetivo e incrementan los costos y, lo que es peor, que sin aportar un solo peso, nos indiquen desde el gobierno central suspender una obra de carácter regional que no es una amenaza ambiental y cuya financiación se dará fundamentalmente con los recursos del peaje.
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