Agua que cae del cielo en forma de lluvia y hace crecer los niveles de los ríos y quebradas. Agua que satura el suelo de las montañas y causa derrumbes. Agua por todas partes.
Ese es el panorama con el que arranca el fin de semana en el país y que ayer se vio marcado por el drama que se vivió en Santander luego de que un derrumbe sepultó un bus de servicio público, cobrando la vida de seis personas.
Dos jóvenes de 20 años sobrevivieron inicialmente al accidente: Rocío Ruiz Pérez y Jhenny Osma Morales. Esta última desde un celular mantuvo contacto con Amilda, su mamá.
Jhenny, madre de un niño, le preguntaba a su mamá por qué no hacían nada para rescatarla. "Dígales que se metan por el techo, yo estoy pegada del techo", le decía entre lágrimas a Amilda mientras le contaba que a su lado había otra joven que estaba muerta y que las latas le estaban aprisionando sus piernas.
Durante toda la noche los organismos de rescate trabajaron para rescatar a Jhenny y a Rocío, pero la lluvia constante que ocasionó nuevos deslizamientos, les impidió avanzar con el ritmo que esperaban.
El gobernador de Santander, Horacio Serpa, se desplazó al sitio del accidente y pasadas las 11 de la mañana reportó que llevaban una hora sin tener noticias de las muchachas.
Al mediodía el comandante de la Policía de Santander, Mario Aurelio Pedroza Sandoval, confirmó la muerte de Rocío y Jhenny.
Así se completó la lista fatal de víctimas: Manuel Castellanos Rodríguez, conductor del bus; su hijo, Diego Castellanos Torres; Modesto Anaya, pensionado; y el intendente de la Policía, Jorge Elí Sánchez, quien laboraba en la subestación de Tres Bocas en el departamento de Norte de Santander.
¿Cómo fue?
Blanca Susana Rozo Díaz, de 29 años, fue una de las sobrevivientes y solo sufrió una fractura. Ella viajaba con tres niños que se salvaron de milagro.
Según testigos del accidente, el bus se detuvo en el sitio conocido como Bernabé, debido a un pequeño desprendimiento de tierra. Varios pasajeros se bajaron del vehículo y algunos quedaron atrapados.
De inmediato, los vecinos del sector y algunos sobrevivientes alertaron a las autoridades para pedir ayuda.
Francisco Gutiérrez, habitante de la zona, recordó que alcanzaron a observar que la vía estaba tapada y todo estaba oscuro.
"Vimos que el bus estaba sepultado pero uno no se podía acercar más porque la Policía no lo dejaba. Al rato de haber quedado sepultado el bus, había gente ahí ayudando a quitar la tierra pero empezó a caer tierra y piedra y eso dejó como cuatro o cinco heridos más que no estaban en el bus", recordó.
Bogotá, con el agua al cuello
En la capital del país, la creciente del río Bogotá tiene con el agua hasta el cuello a los habitantes de Bosa, donde 2.700 viviendas han resultado afectadas.
Unos 5.500 personas han visto inundarse sus casas y en algunos casos resignarse a perder todo sin poder hacer nada para impedirlo.
El agua sobrepasa el metro y medio de altura, lo que genera olores fétidos y tapa viviendas. Por lo menos 10 unidades residenciales, algunas de cinco pisos, están inundadas y se quedaron sin servicio de luz y teléfono.
"Aquí no hay condiciones para vivir. Todo está inundado y no hemos recibido ayuda de nadie. La Policía y la Defensa Civil ayudan sacando a la gente en lanchas, pero de resto, nada", dijo Nubia Morera, una de las afectadas por las lluvias.
En cada calle, ahora convertida en río, la imagen se repite: gente con el agua a la cintura y cargando enseres; niños sobre los hombros de sus padres y personas que lloran ante la pérdida del patrimonio que tanto trabajo les dio conseguir. "Tenía una panadería y me fui a pérdida total", dijo con voz entrecortada Enrique Aldana.
Además de viviendas casi tapadas por las aguas, hay automóviles que sus dueños casi dan por perdidos debido a los daños.
"No tenemos adónde ir", asegura Ángela Camacho, una vecina que manifestó temor por dejar su vivienda, porque pese a que la Policía acordonó la zona, los "ladrones pueden aprovechar para robar".
Aunque hay brigadas de salud que están vacunando a la gente, ya se ven ratas y culebras que salen de los caños en busca de lugares secos.
"Para nosotros no hubo noche de velitas. Nos tocó dormir en una carpa comunitaria", se lamentó la mujer, quien insistió en que no han tenido ayuda de la Alcaldía.
La alcaldesa (e) Clara López, pidió a los habitantes de Bogotá reducir el consumo de agua para evitar que vaya al río y así evitar que este siga creciendo.
De otro lado, el ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas Santamaría, informó que el Gobierno está monitoreando los embalses del país, pues algunos de ellos están muy cerca del límite de su capacidad, como es el caso de Betania, en el Huila, y Prado, en el Tolima.
La empresa Epsa declaró la alerta roja en HiDROP rado, la represa controla los niveles del río Magdalena.
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