Casi un mes después, Lionel Messi regresa a Río de Janeiro para afrontar el mayor reto de su vida, la conquista de un Mundial que despeje las dudas sobre si se le debe considerar inmortal.
En Río fue feliz por primera vez en este Mundial. Aquel 14 de junio llegó envuelto en dudas. Se dudó de su compromiso con el Barcelona, su estado físico y hasta su ilusión por jugar. No hacía mucho que el Camp Nou lo había silbado, algo insólito. Ansiaba volver por su rumbo, rodeado de amigos, agasajado por un técnico que le entregó el brazalete de capitán y el futuro de su Selección.
Contra Bosnia, en el debut, padeció de la apatía que mostraba en Barcelona. Sin entrar en juego, ignorado por la táctica de Sabella, que apostó por jugar con cinco defensas. En el descanso habló con el técnico, que cambió. Puso a Higuaín, le dio protagonismo a Gago y liberó a Messi, que culminó su puesta en escena con un golazo; un eslalon entre rivales, una carrera paralela al área y un disparo a la base del poste, imposible para el portero.
Festejó con rabia. Lo había logrado. Si se le exigía emular a Maradona en México 86 y que liderara a un equipo que no despertaba excesivas ilusiones, estaba dispuesto a hacerlo. Frente a Irán y Nigeria, sus goles fueron la única alegría albiceleste. Pero comenzó a faltarle gasolina. Su imagen antes del comienzo de la prórroga ante Suiza en octavos, fue elocuente, agachado, jadeando en busca del oxígeno.
Javier Mascherano, el capitán que le cedió el brazalete, acudió al rescate. Se puso a conversar con Messi en su misma posición, con las manos sobre las rodillas. Eso le dio impulso a la Pulga para firmar la jugada del partido al darle a Di María el pase gol de la victoria. Luego, su juego ha decaído. Apenas ha aparecido y Argentina ha tenido que recurrir a segundas vías; Higuaín contra los belgas y al liderazgo de Mascherano y las manos de Sergio Romero ante Holanda.
Messi regresa hoy al Maracaná para enfrentarse al mejor equipo del momento y a la sombra de Maradona. Necesita un triunfo que ponga definitivamente valor a sus tres Ligas de Campeones, dos Mundiales de Clubes, seis Ligas españolas, dos Copas del Rey, cuatro Balones de Oro y tres Botas de Oro.
Solo así estará en el podio, junto a Di Stéfano, Pelé, Maradona y Cruyff. Y solo así podrá acallar las voces de sus críticos que hablan de que aún no ha ganado un Mundial para ser grande.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6