Resulta que a usted le fascina una canción de The Beatles y no entiende por qué: No sabe inglés, no creció en los 60, nunca vibró con la beatlemanía. Pero, por alguna razón, cada vez que la escucha se le ponen los pelos de punta, le dan ganas de bailar, siente ese ritmo desde la primera hasta la última de sus moléculas.
Eso les pasa a todas las personas, en cualquier momento de su vida y con las músicas más inesperadas. Los acordes cruzan el cerebro y, sin mediación, llegan al corazón, lo alientan a latir más rápido.
La técnica que estudia y aprovecha el efecto que tiene la música en nuestro organismo se denomina musicoterapia y, a pesar de que se ha reconocido desde la Edad Media, solo fue establecida en 1950, año en el que se creó la National Association for Music Therapy, en Estados Unidos.
Desde entonces, las agrupaciones de expertos sobre el tema se han regado por el mundo. La musicoterapia se ha estudiado a fondo en Colombia y hace dos años el país fue sede de un congreso internacional. Al tiempo, la Universidad Nacional realiza una maestría en musicoterapia, orientada a profesionales en la salud, de la educación, la psicología y el arte.
El médico endocrinólogo, Miguel Suárez, es uno de los docentes de esta maestría. Para él, la musicoterapia debe ser entendida como un proceso que acompaña el ciclo vital.
"No hay actividad en la vida que no sea susceptible de hacer terapia con música. El ciclo de vida, desde la gestación hasta la vejez, está marcado por el derrotero musical de cada quien. En la etapa final, la historia y las vivencias con la música hacen que sobrevivan las emociones, resulta muy significativo para hacer terapia de recuperación en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson o la degeneración frontotemporal para mencionar algunas.
Música para los sentidos
La música tiene efectos en casi todos los sistemas del organismo. En el muscular, el digestivo, en la respiración y el flujo hormonal, en el flujo sanguíneo, adicionalmente, tiene respuestas de índole psicológica y psicoterapéutica.
"Puede despertar, evocar, provocar, fortalecer y desarrollar emociones o sentimientos. El contrapunto ayuda a desarrollar la inteligencia porque fuerza a seguir diversos razonamientos a la vez, las voces o melodías de la composición musical. La música facilita el proceso de aprendizaje porque activa un enorme número de neuronas. Además, ayuda a desarrollar la memoria", apunta el doctor Suárez.
Desde la gestación se puede implementar un trabajo de musicoterapia. Se ha demostrado que la música es un poderoso estimulante para el bebé antes de nacer. Del mismo modo, la música ha funcionado en el trabajo terapéutico con niños que padecen autismo, síndrome de down o algún tipo de discapacidad.
"La musicoterapia es una alternativa para lograr objetivos terapéuticos en niños a cualquier edad y en cualquier situación emocional o física disfuncional. Cualquier persona puede participar en las sesiones de musicoterapia, sin importar su habilidad musical, ya que el fin no es aprender música, sino superar crisis y obtener mejorías físicas y emocionales través de ella", dice Patricia Villamil Cabrera, pedagoga experta en el tema.
"Ante situaciones de tristeza, estrés, duelo, enfermedades hereditarias o adquiridas, la producción de las sustancias que actúan como neurotransmisores se ven alteradas o inhibidas. Cada una de las células de nuestro cuerpo es una caja de resonancia, potencialmente susceptible de ser modificada por la acción del sonido y la música bien dirigidos", agrega Patricia.
Un trabajo especial
De acuerdo con la definición de la Federación Mundial de Musicoterapia, esta técnica es "el uso profesional de la música y sus elementos como una forma de intervención en ambientes médicos, educativos y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades que busquen optimizar su calidad de vida y mejorar su salud y bienestar físicos, sociales, comunicativos emocionales, intelectuales y espirituales". Así, el entrenamiento en investigación, práctica, educación y clínica en musicoterapia debe estar basado en estándares profesionales que se adapten a los contextos culturales, sociales y políticos.
Lo explica el doctor Suárez, experto en neurociencias: "Socialmente y comercialmente se ha pensado que, por ejemplo, la música clásica es la ideal para la musicoterapia. Hay que decir que eso no es cierto. Lo que se usa es la música de las vivencias de una familia común, que hoy en Colombia va desde la rancheras hasta el rock. Eso es lo que hace que las personas tomen su vivencia y trabajen a partir de su historia individual. Lo que pretendemos es explorar esos procesos. Lo que queremos es rescatar las músicas particulares de cada familia. Se trata de buscar los elementos propios del individuo o del colectivo para ubicar los puntos de acción con su pretérito musical".
Es de especial importancia el trabajo que se realiza en niños con dificultades de aprendizaje a partir de la musicoterapia. "Hay varias experiencias en mundo, varias se han adelantado en la Universidad Nacional, en el manejo de niños con déficit mental o autismo. Mediante la música ellos logran integrarse y se activan emocional y mentalmente. A veces, ciertas canciones hacen que los chicos más retraídos se pongan muy activos y cuando se suspende la música regresan a su estado".
Para el doctor Suárez, este proceso está indicando que estas experiencia que con sonidos de la naturaleza coadyuvan a que estos niños reciban tratamientos que son incómodos, como los odontológicos.
"En otros casos, se logra desarrollar procedimientos médicos en casos más complejos, de terapia complementaria para enfermedades graves como la leucemia. Los resultados son muy destacados no solo para el paciente, sino para la familia. Estos niños recuperan su vivacidad y su alegría, igual pasa con los adultos que acompañan el tratamiento de pacientes con conductas adictivas".
La música es un camino a las emociones en nuestra cotidianidad, pero también, es el vía de la recuperación para muchas personas que o están enfermas o tristes.
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