La tarde estaba para la rechifla. Las escasas emociones así lo presagiaba. Más parecía una fiesta con el artista enfermo. Sin embargo, todo cambió cuando Giovanni Moreno apareció y, como si tuviera una varita mágica, le cambió la historia a Nacional con una de sus genialidades.
Un zurdazo de media distancia, a los 59 minutos, fue suficiente para que el volante de Segovia, en un debut soñado con Nacional, no solo abrió el marcador sino que acabó con el bostezo en las tribunas del estadio Atanasio Girardot. Pero también que el Once Caldas fuera más atrevido y dejara de especular.
Pese a la poca profundidad, a la excesiva lentitud y las escasas ideas del mismo Moreno, John Charria y Jéfferson Angulo, el conjunto verdolaga consiguió los tres primeros puntos gracias a su efectividad, ya que solo tuvo dos opciones claras en los 90 minutos, bien aprovechadas.
Claro que el resultado no refleja la realidad del partido, ya que antes de que Carlos Rentería sentenciara el compromiso, a los 85 minutos, era el elenco blanco el que merecía el empate al apoderarse del balón y convertir en figura la defensa liderada por Carlos Díaz.
Por fortuna el portero Eduardo Blandón respondió, especialmente en el minuto 71 al salvar a su equipo en el remate frontal de Sebastián Ramírez, y la gente no se impacientó ante el escaso juego y la falta de sorpresa de un Nacional que necesitaba de una anotación para enrutarse y olvidar ese feo comienzo que tuvo en la Copa Mustang.
El técnico Gabriel Jaime Gómez reconoció que "durante la semana vimos el diablo y quiero agradecerle a la hinchada que nos acompañó; les dije a los muchachos: agradezcan que después de un 5-0 y la lentitud del primer tiempo de ayer nadie nos silbó. El partido era para convocar 2.000 personas y le doy gracias a la afición porque no insultó ni nos presionó, ya que esto era para salir insultados por lo mostrado en el inicio. Pero tenemos que dar más".
Ese pensamiento sintetiza el funcionamiento del conjunto antioqueño y evidencia que así haya blanqueado al Caldas, tuvo muchas falencias, entre ellas la tenencia de balón, la salida por las bandas y la generación de fútbol ofensivo.
El Nacional de ayer ganó por las individualidades y porque Caldas se acordó tarde de atacar al perder el primer tiempo esperando el desespero del rival y fallar en la puntería en el complemento cuando el partido dejó de ser aburrido para robarle una sonrisa a esos fieles 20.366 aficionados que asistieron.
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