Hay que ver para creer y aunque lo veas no lo creas. Ese es el mundo que nos tocó.
En Londres, creo, se toma una foto con una réplica virtual de Lionel Messi y luego de un retoque usted aparece como si de verdad hubiera estado con él.
Si distribuye esa imagen no tardará en que otros se crean el cuento. Y así nos está sucediendo en todo. Estamos viviendo una vida de mentiras, farsas, falso conocimiento que de una u otra manera nos están cambiando.
Es imposible escapar. Por las redes sociales circula todo tipo de fotografías y documentos. Se atribuyen a este o aquel. No es difícil caer en la trampa y reenviar o compartir esos mensajes. Muchos son tan bien elaborados que solo un experto o alguien que haya vivido la situación pueden desvirtuarlos. Hasta grandes medios de comunicación han caído en la trampa.
De políticos y gobernantes, de Chávez y Maduro, del papa, de Venezuela y Argentina, deportistas y artistas. Nadie escapa. Y no se sabe si una foto es un montaje, si es nueva o no, si la frase que atribuyen se dijo y la dijo ese al que se menciona. Lo hace el ciudadano común, lo hacen los gobiernos. Mentira general.
Por el calor del momento, según asunto, simpatías y creencias se tiende a aceptar como verdad lo que no es. Y cuando nos creemos la mentira la convertimos en verdad aunque mentira sigue siendo y el mundo comienza a ser otro, un espejismo.
Casi 18 millones de colombianos tienen cuenta en Facebook, más de 6 en Twitter. ¿Cuántos en otras redes? Y al menos 7 millones conectados a internet de banda ancha. Y en el mundo son 2.800 millones de personas.
Es difícil escapar. Y usted dice que estuvo allí donde ni en sueños se ha acercado, conoció a este o aquel, le dijeron lo que nunca hablaron, muestra la foto de un sitio que no es. Y los demás convencidos. Y su mundo irreal se transforma en real en los demás.
Un mundo falso sobre el cual basamos una parte de nuestras percepciones diarias de la realidad y optamos por esto o aquello y favorecemos a este en vez del otro.
El mundo ha dejado de ser como es y si lo veíamos con lentes azules ahora es verde.
Imposible luchar contra la corriente. Aislarse tampoco es posible. ¿Ser más críticos? Una opción, pero sin caer en el escepticismo. ¿Y cómo? Vaya pregunta.
Maullido: leí en estos días de una empresa nacional que paga más a sus empleados si más agua ahorran.
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