Durante su campaña, el presidente Barack Obama realizó un anuncio que millones de inmigrantes en Estados Unidos estaban esperando por años. Prometió una reforma migratoria que acabaría con la separación de familias, con la explotación a los indocumentados y le daría identidad a quienes viven en las sombras en ese país con la única ilusión de mejorar sus condiciones de vida.
Pero como dicen por ahí "del dicho al hecho hay mucho trecho" y el Presidente de Estados Unidos se ha enfocado más en otros temas que en solucionar la dura realidad de los millones de indocumentados.
Además, las leyes no han cambiado y por el contrario, la persecución contra los inmigrantes y los procesos de deportación se han multiplicado, lo que sume en la desilusión y tristeza a muchos hispanos que depositaron su confianza en el actual mandatario.
Una promesa sin cumplir
Transcurría el 2008 y la esperanza de que Obama fuera presidente crecía. Sin embargo, los votos de los 10 millones de hispanos habilitados para ejercer este derecho eran necesarios para cualquiera de los candidatos.
En E.U. hay 46 millones de latinos, el equivalente al 14.5% de la población, lo que los convierte en la primera minoría de Estados Unidos. Una cantidad nada despreciable para quien aspire a un cargo público.
Llegó el 4 de noviembre de ese año y Marco Ramos Figueroa, un hispano que nunca se había acercado a las urnas en ese país, se decidió por primera vez a participar.
Figueroa arribó como ilegal en el año 1995, su primer trabajo fue como ayudante de meseros en un restaurante del estado de Ohio, trabajaba 18 horas diarias por 15 dólares al día, más una parte de las propinas que acordaba con el mesero.(El salario mínimo legal en Estados Unidos por esa época era de 4,25 dólares por hora).
"Llegué sólo, no conocía a nadie. Dormía en una habitación donde sólo cabía una cama. Lloraba todos los días, pero no me iba a rendir porque quería que mi familia en Ecuador tuviera una mejor vida. Así que todas las semanas les enviaba 60 dólares y yo me las arreglaba acá", cuenta Figueroa.
Cinco años permaneció en aquel lugar. Allí conoció a Stephanie, una chilena con doble nacionalidad pues nació en Estados Unidos y se crió con sus padres en Chile. Ella era mesera y Marcos se enamoró. Comenzó a buscar la manera de llamar su atención.
Por esas cosas del destino, tras varios intentos fallidos, un día Stephanie se fijó en él. Se casaron y luego de 10 años Marco obtuvo la nacionalidad.
Ese 4 de noviembre de 2008, Marco fue convencido de que las cosas en ese país cambiarían para los inmigrantes y no tendrían que vivir las vicisitudes que él padeció. Con la misma idea de Marco se acercaron millones de hispanos.
Entre ellos, Mayra Pacheco, una salvadoreña con cinco hijos, dos de ellos estadounidenses y mayores de edad a quienes obligó a acercarse a las urnas y los acompañó para que depositaran su voto por Obama. Así, Mayra algún día podría legalizar su situación.
"Le he dado mucho a este país. Dos hijos profesionales y exitosos que pagan sus impuestos a tiempo. Le he entregado mi vida, es hora de que reconozcan mi derecho a ser estadounidense. No creo que sea pedir mucho", comenta Mayra.
Mayra perdió a su madre y a su padre en EL Salvador y no pudo asistir a su sepelio por su estatus.
"No los vi ni el día de su muerte. Sacrifiqué el estar lejos de ellos y varios de mis hermanos por darle una vida mejor a mis hijos".
A pesar de que sus dos hijos estadounidenses han iniciado varios procesos para que concedan el estatus legal a su madre, siempre encuentran trabas legales y a duras penas han evitado que sea deportada. No obstante, "en algún momento me tocará y me separarán de mi familia como a todos los que les ha pasado".
Elizabeth García también hizo una larga fila para depositar su confianza en el primer presidente de color en la historia de ese país. "Tengo muchos amigos ilegales. También familiares. Todos trabajadores, ninguno es delincuente, merecen estar acá de forma legal. Por eso voté por Obama".
Finalmente Barack Obama se convertiría en presidente de los Estados Unidos y en su discurso dedicó el triunfo a miles de inmigrantes que viven en ese país y que como sus padres llegaron buscando el tan ansiado sueño americano.
"Sí es posible y soy una muestra de ello", dijo Obama a toda la nación que suplicaba un cambio después de la criticada administración de George W. Bush.
Sin embargo, el esperado cambio no se ha dado y las cifras no mienten. Durante el 2009, hubo más deportaciones, (387.790), que en el último año bajo la administración Bush (369.221), según datos del Departamento de Seguridad Nacional.
"Esa no es la administración que elegimos. Ni el Obama que queremos", dijo Leni González de la Coalición Mexicano-Americana Para la Reforma Migratoria que es una de las múltiples organizaciones que hizo un llamado para que inmigrantes y activistas salgan a participar de la marcha nacional de protesta citada para hoy contra las políticas de Obama que no ha cumplido sus promesas de campaña.
Protesta inmigrante
González indicó que hoy en Washington esperan a más de 100 mil personas frente al Capitolio. Además, el anuncio de Obama el pasado jueves sobre el apoyo a un borrador de la reforma migratoria elaborado por los senadores Charles Schumer y Lindsey Graham, el cual contiene un polémico punto donde los inmigrantes antes de beneficiarse de la ley deberán reconocer que cometieron un delito, enfureció aún más a los hispanos en ese país.
"Los van juzgar por el delito de buscar una mejor vida. ¿Es eso justo después de tanto sufrimiento?. Que equivocado está el Presidente. Que juzguen entonces a sus padres que también fueron inmigrantes", agregó González.
"Esto no suena como una política económica o moral, esto no es liderazgo, no es un cambio en el que podamos creer", dijo Pramila Jayapal, directora de la organización Una Sola América (One America) que participará hoy también de la marcha.
Así, Obama debe retomar el camino que junto a los hispanos lo llevó a la presidencia, por ahora el futuro de la reforma es incierto. Pero algo si es seguro, tanto Marco, como Mayra y Elizabeth estarán junto a sus familias marchando por lo que consideran de verdad el sueño americano.
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