Siente uno vergüenza al llegar al José María Córdova y pensar qué sentirán los extranjeros que venciendo el miedo, se atreven a venir a nuestro lindo país.
La inmigración se hace normal, pero:
- Solicitar un carrito ya no cuesta $2.500, piden "una colaboración".
- Con mis maletas reunidas iba a pasarlas por el escáner pero una dama se me atravesó, me lo impidió y me dijo que pasara por el semáforo del cual ella misma "hundió" el botón y claro que salió ROJO.
- Luego me afronta un joven y me pregunta que cuánto dinero traigo (¿Legal o ilegal la pregunta?)
- Viene después una requisa minuciosa a mis dos maletas y mi bolso de mano buscando no sé qué?
- Me ayudan a poner las maletas en un carrito? recorro tres metros y me indican que debo pasarlas a otro carro que conduce un maletero.
- Salgo al corredor del sótano y me asustan los gritos y el movimiento ofreciendo taxis (deberían seguir el ejemplo de Bogotá en la organización de los taxis, sin que nadie tenga que pregonar el servicio).
- Mi hija, coordinada por nuestros celulares, para un instante su vehículo para recogerme, pero inmediatamente suena el estridente pito: "por favor guarda, déjeme siquiera montarme" , le pido con toda educación. Entendió.
- Las dos maletas son entonces arrebatadas por otro hombre que las monta al carro (menos mal que me recogían, pues otras veces hay que subirlas por las escaleras? contratando varios maleteros).
¿Será que con las reformas proyectadas, la llegada a nuestra Bella Villa será más relajada y placentera?
¡POBRES EXTRANJEROS! Y así queremos turistas visitantes. La primera impresión es la que vale.
*Carta a la redacción
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