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HISTÓRICO
¡Ojo con descarrilar el Metro!
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EL COLOMBIANO | Publicado

Ha comenzado a agitarse el tema del nombramiento del nuevo Gerente de la Empresa Metro y, como no ocurría hace algunos años, el interés político comienza a buscar puesto en la primera línea de la Junta.

Y lo primero para decir es que si algo ha encarrilado al Metro hacia su buen presente e inmejorable futuro ha sido, precisamente, haberse blindado contra la politiquería, a través de su Código de Buen Gobierno.

De ahí que más allá de la decisión de ratificar o no al actual Gerente, lo que está en juego es la continuidad, consolidación y expansión de una empresa que es orgullo de los antioqueños, ejemplo para Colombia y envidia de la buena para el resto del Continente.

Sobre esos inamovibles, los gobiernos nacional, departamental y municipal, tendrán que tomar la decisión de quién será la persona que asuma la dirección del Metro.

Y cualquiera que sea el elegido, la hoja de ruta está señalada con meridiana claridad: garantizar la independencia de la entidad, asegurar su sostenibilidad financiera, expandir su operación hacia otras zonas del Departamento y, sobre todo, articular un verdadero y eficiente sistema público de transporte masivo.

Esos imperativos, por demás, exigen que la persona que esté al frente de semejante "vagón del progreso" sea la más idónea, con el conocimiento necesario sobre los retos que demanda la conurbación del Área Metropolitana.

La compleja y cada vez más crítica situación de movilidad en el Valle de Aburrá, agravada por el incremento desbordado y exponencial del transporte privado, exige, además de un gran gerente, una persona con total independencia y autonomía, ajena a intereses políticos.

No están neutralizados ni la amarga experiencia vivida con el Metroplús ni los frecuentes intentos de ciertos sectores de los transportadores de mantener sobre sus propias ruedas el statu quo . Por el contrario, algunos esperan con ansias un giro prohibido en la Gerencia para recuperar el terreno perdido.

Blindar al Metro de cualquier interés particular y político no sólo es urgente, sino un imperativo ético y de corresponsabilidad con sus usuarios, razón de ser de una entidad creada para servirles y mejorarles la calidad de vida.

No en vano, el Metro ha estado durante los últimos siete años entre las dos entidades públicas (junto a EPM) con mayor reconocimiento y favorabilidad de la ciudad, según las encuestas realizadas por el programa Medellín Cómo Vamos.

Ese patrimonio es el que hay que proteger y multiplicar.

Y un paso fundamental en esa dirección debe partir del consenso entre las partes, y no de la imposición mayoritaria de una de ellas.

Si bien el Gobierno Nacional tiene mayoría en la Junta, lo que esperamos todos es que la designación del nuevo gerente, o la ratificación del que hoy está en ejercicio, sea el resultado de un diálogo abierto y sin protagonismos.

Hay decisiones tan trascedentales para la región, y la del Metro es una de ellas, que no queda espacio para las equivocaciones. Y nuestra querida empresa ha tenido que pagar con creces muchas que se cometieron en el pasado. Sobre todo, desde el Gobierno central.

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