Tras vencer al Junior en la final el técnico Juan Carlos Osorio es el primero en alcanzar tres títulos de Liga en torneos cortos, pero para alcanzar esos objetivos tiene una forma de ser y trabajar.
Respira fútbol. Hay que verlo disfrutar en las tertulias con los periodistas y amigos para darse cuenta de esa pasión que les transmite a sus jugadores y que le ha permitido convertirse en el entrenador con más títulos en Nacional (5).
A sus 51 años de edad, este risaraldense confiesa que una de sus frustraciones es no haber hecho una carrera ejemplar como futbolista, pero al mismo tiempo reflexiona y concluye que irse a estudiar a Estados Unidos fue la mejor decisión que tomó. Y es que allí no solo sembró la semilla para convertirse en entrenador, sino que conoció a la que convirtió en su esposa (Julieth Ceballos), con la que tiene dos hijos (Juan Sebastián y Sergio).
"Lo que más disfruto es mi trabajo, me considero un hombre afortunado de vivir del fútbol y para el fútbol", dice Osorio, seguidor de la música salsa, en la que destaca canciones como Diez lágrimas, Caja de sorpresas, A él y Amor y control.
Temas que disfruta en solitario cuando va en su auto hacia los entrenamientos en Guarne, luego de dejar a sus hijos en el colegio. "Eso me despeja y llena de energía para llegar con mayor confianza".
A la par con el balompié, al timonel verdolaga lo mueve la familia. La de sus padres y su hogar en Medellín. "Mi papá ya muestra el desgaste de los años y es algo complicado y difícil de entender. Alejarse de esa situación y concentrarse solo en el fútbol es casi imposible".
Todos los días, sin falta, dedica tiempo para hablar con su mamá, "para escucharla". Al mediodía comparte con su esposa y sus herederos. Son momentos religiosos para él.
Y la mayor parte la dedica al fútbol, analizar rivales, establecer estrategias, repasar videos y estudiar.
Los jugadores encuentran en él, como lo señala Francisco Nájera, a un gran guía, "un hombre disciplinado y riguroso" que se enorgullece de su actual equipo y lo defiende a capa y espada. El mismo que se enamoró de Nacional como institución, que lloró la eliminación en Copa y que no se arrepiente de haber desechado, hace un poco más de un mes una tentadora oferta del Monterrey. Seguirá con los verdes en el segundo semestre, en busca de su reto: darles un título internacional.
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