El papa Francisco pidió este viernes a los hombres y mujeres de la mafia que se conviertan y dejen de hacer el mal para no acabar en el infierno, que es lo que a su juicio les espera si continúan por ese camino.
En una vigilia con familiares de centenares de las víctimas inocentes de la mafia, el papa rememoró un llamado similar hecho por Juan Pablo II hace 20 años en la localidad siciliana de Agrigento.
"Siento que no puedo acabar el discurso sin dirigir una palabra al gran protagonista ausente de hoy. A los hombres y mujeres mafiosos. Por favor cambiad de vida. ¡Convertíos! ¡Dejad de hacer el mal! Esta vida no os dará alegría ni felicidad", afirmó.
Añadió que el poder y el dinero con el que los mafiosos cuentan está ensangrentado, unos bienes materiales que, según advirtió, no podrán llevarse a la otra vida.
No obstante, Francisco les recordó que aún hay tiempo para no acabar en el infierno y les dijo que les pedía por favor y de rodillas que abandonaran el camino del mal.
"Rezo por vosotros y por vuestro bien. Os lo pido de rodillas ¡Cambiad! ¡Convertíos!", clamó el papa.
De este modo, Bergoglio parafraseó al beato y futuro santo Karol Wojtyla quien, en 1993, en uno de los años más duros de la guerra entre clanes en Italia, en el valle de los templos del municipio de Agrigento, pidió a los criminales que se convirtieran.
Hoy el papa Francisco presidió la vigilia con los familiares de las víctimas inocentes que precede a la XIX Jornada de la Memoria y del Compromiso con las víctimas inocentes de la mafia, convocada mañana en la ciudad italiana de Latina y en la que se espera la participación de miles de personas de todo el país.
La vigilia transcurrió en el templo romano de San Gregorio VII, en los aledaños del Vaticano, en cuyas puertas le esperaba el fundador de la Fundación Libera, el presbítero italiano Luigi Ciotti.
Tras agradecer al pontífice su participación en el homenaje, Ciotti dijo que "creíamos haber encontrado a un padre, pero lo que realmente hemos encontrado es a un hermano: el hermano Francisco".
No obstante, el presbítero criticó la postura pasada de la Iglesia que, a su juicio, "no siempre ha mostrado la suficiente atención al fenómeno del crimen organizado".
"Han sido constantes los excesos de prudencia y los silencios pero, por suerte, se produjo el grito profético del Juan Pablo II en Agrigento (1993) y la invitación de Benedicto XVI en Palermo (2010), cuando nos pidió que no cediésemos a la sugestión de la mafia", recordó.
En la ceremonia, una cadena de personas fue pronunciando el nombre de muchas de las víctimas inocentes de la mafia, un gesto que el papa presenció con las manos cruzadas en señal de oración.
El papa impartió la bendición apostólica a los presentes, vistiendo la estola de Giuseppe Diana, el sacerdote asesinado por la Camorra en Casal di Principe (Nápoles) en 1994, hace dos décadas.