Tras descorrer el telón aparecen a la vista cerca de 36.000 variedades de fríjol. Cerca de allí, en una cava, se congelan a menos 20 grados centígrados las variedades del grano que hay en la región.
En otro espacio crecen lentamente plántulas de distintas variedades de yuca de más de 20 países, y como si fuera una biblioteca, se tienen como libros de reserva por si hace falta volverlas a reproducir.
Y cerca de ellos hay un banco de forrajes, donde se guarda una variedad genética que envidiaría cualquier centro de investigación agrícola en el mundo.
Esa es parte de la tarea del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat). Alrededor de 15.000 personas se han entrenado allí, pero aún así, su trabajo es silencioso, pero no por eso, menos importante.
Es, además, parte de un consorcio de 15 centros de investigación agrícola alrededor del mundo, que hacen parte de la revolución verde, con la que se aumentó mucho la alimentación y se redujo, por ende la inseguridad alimentaria y la pobreza.
El problema
"Pero la gente se olvidó de dónde viene la comida. Si hoy le preguntamos a un muchacho dirá que viene de la nevera o del supermercado", opina su director general, el uruguayo Rubén Echeverría.
Pero ahora el problema alimentario que enfrenta la humanidad, al cambio climático, a la inseguridad, a la pobreza y la bioenergía, la gente ha vuelto a preguntar ¿qué pasó con la agricultura?
"Estamos de vuelta a una gran demanda de las ciencias agrícolas para enfrentar ese problema", dice Echeverría.
Y el Ciat tiene un valor importante es esa tarea investigadora. Ellos allá, en Palmira, estudian cómo lograr que la yuca, por ejemplo, resista mejor los dos grados que se espera aumente la temperatura del planeta.
Hay 200 investigadores, 600 personas trabajando y 230 proyectos en marcha, pero el gran desafío, opina Echeverría, es que este centro se vuelva a inscribir en el panorama científico del país.
Su trabajo en seguridad alimentaria es ejemplar: "Antes estirábamos la mano y teníamos un mango, una papaya, arroz, fríjol, yuca... pero no es así. Por eso necesitamos un grupo de investigadores pensando cómo van a ser las plantas de aquí a 20 años, para que podamos tenerla en ese momento".
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