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PARÁBOLA DEL RÍO DE LECHE

  • PARÁBOLA DEL RÍO DE LECHE
14 de junio de 2014
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Mi madre me contó esta historia cuando yo era niño:

En cierta ocasión se secó el río más caudaloso del mundo. Varios líderes sugirieron aprovechar la cuenca vacía para crear un río de leche que aplacara el hambre de los más necesitados.

Los colaboradores voluntarios debían ir a las márgenes del zanjón reseco. Debían llevar –se les advirtió– un recipiente lleno de leche. Antes de arrojar el líquido en la cuenca tendrían que taparse el rostro. Una vez hubieran hecho su donación podrían retirarse la venda de los ojos. La idea era que cuando finalmente vieran el generoso río que habían creado estallaran en júbilo.

Todo transcurrió según lo acordado. Pero cuando los donantes se descubrieron los ojos se hallaron frente a un simple río de agua.

Recuerdo que cuando mi madre terminó le dije que no entendía nada.

-- ¿Por qué crees que el río no resultó de leche sino de agua? –me preguntó.

-- No sé. ¿Llevaron agua en vez de leche?

-- Exactamente. ¿Sabes por qué?

-- Porque eran malos.

En este punto me parece haber visto en el rostro de mi madre una sonrisa compasiva.

-- Puede ser –me dijo–. O quizá pensaron que como el grupo garantizaría que el río fuera de leche, cada uno podía desentenderse individualmente de su responsabilidad. Pero esos cálculos, ya lo ves, nunca resultan bien.

He recordado esta historia a propósito de nuestras elecciones: en un momento como el actual, abstenerse ya no es echarle agua sino desperdicios al río.

Los abstencionistas suelen ser escépticos, por supuesto: ellos juran que da igual votar que permanecer en casa, pues de todos modos el resultado será malo.

Algunos se justifican citando a Borges: "la democracia es un abuso de la estadística". O apelando a una afirmación reduccionista: todos los políticos son bandidos.

Acaso una de las principales causas del abstencionismo sea la arrogancia: no votan porque sienten que su gesto se diluye en una gran marea donde termina siendo invisible. ¿Para qué perder el tiempo en algo que no se ve?

En "La democracia en 30 lecciones" –un libro que recomiendo– Giovanni Sartori señala que en un contexto de diez participantes, uno es influyente por valor de una décima parte, pero cuando los participantes son millones "la noción de formar parte se esfuma en la nada".

Sin embargo, formamos parte, y podemos decidir nuestro futuro. Tendríamos que quedarnos sin democracia para entender cuánto vale. Aprovechando que la tenemos, así sea imperfecta, así nos quejemos de ella, salgamos a defenderla.

Yo la defenderé votando por Juan Manuel Santos porque, más allá de lo cuestionable que tenga su gobierno, cree en el estado de derecho y está jugándosela por un proceso de paz que podría generar nuevas oportunidades. Quiero un país donde criticar al gobernante de turno no nos ponga en peligro ni nos convierta en blanco de estigmas.

Si al final resulta que el río no es de leche sino de agua, por lo menos quedaré con la conciencia tranquila.

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