Cuando es imposible hacer justicia; el único camino viable es perdonar. Esta afirmación podría desconcertarnos fácilmente. Pero es el camino de Dios y del Evangelio, según las lecturas propuestas este domingo. Camino que se manifiesta penoso, injusto, impracticable. Sin embargo, descubrimos que es el único camino posible a la vida y la paz. Veamos:
Establecer justicia sería el camino más lógico y propiamente humano, pero esto ha demostrado que llega a ser tan complicado e impracticable, que no puede aplicarse como norma de carácter universal ni ordinaria para todos. La justicia termina siendo una práctica extraordinaria, para un momento dado, para un –caso- persona dada. La justicia así solo aplica para el nivel de lo particular (individual); por tanto imposible de aplicar al ámbito de lo social y común. Impracticable.
Cuando lo que, por principio de derecho, reclamamos para que se haga justicia, no reine la impunidad y se restablezca un tejido social, unas relaciones nuevas; en la práctica vemos, resulta imposible. No se logra sin ser injustos en muchos casos. Terminamos practicando la justicia como un camino que lleva a la exclusión, la separación y muchas veces a la destrucción en lugar de la reconstrucción, y redención social. Se logra la compensación (¿Venganza?) y por supuesto, lo que el nivel del mundo obtiene hoy: la rivalidad, resentimiento, desconfianza y el odio. Así, sobre estos paradigmas, es imposible soñar, anhelar la fraternidad y la paz.
La Palabra de Dios, hoy, ofrece una alternativa, que si bien es cierto solo la logramos por Gracia; es el camino, alternativa del Espíritu que hace posible un mundo con nuevas relaciones de fraternidad, de Paz. El Perdón y la Paz, son dones divinos, con la aplicación del esfuerzo y decisión humanas.
El Perdón como la Paz, siendo dones Gratuitos, son un camino de reconstrucción de la vida y sociedad, a través del ofrecimiento y la entrega, que en determinados momentos pueden pedirnos "entregar" la misma vida. El camino evangélico de ofrendar nuestra propia vida, la de las víctimas; únicas personas realmente capaces o habilitadas para reconstruir en forma nueva el tejido, la vida social; único medio capaz de re-crear en nombre de Dios y de la paz verdadera, una nueva relación humana, una sociedad en la que pueda establecerse la Paz.
Se pueden "negociar" muchos puntos para la Paz, pero no el Perdón. Este pide que las víctimas ofrezcan, nuevamente su vida, perdonando siempre; que no se limiten a reclamar lo que humanamente es su derecho. Exige dar y ofrecer, no reclamar en términos de Justicia.
Concluyendo: un camino Gratuito, sin intereses, será el camino que no requiere la Justicia, para el Perdón y la Paz. Camino que solo lo recorre quien, habitado por Dios, puede perdonar. ¡Perdonar… nunca será fácil, pero siempre posible… Quizá en esto consista, para la Paz, aquella incomprensible expresión: "Hay que perdonar setenta veces siete".
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