La ex presidenta Corazon Aquino falleció con el reconocimiento de haber sido la primera mujer en gobernar Filipinas y haber tumbado con medios pacíficos una dictadura, la de Ferdinand Marcos.
No obstante, Aquino siempre se mostró más orgullosa de su papel como madre y ama de casa y desdeñó el mundo político al que se vio abocada tras enviudar.
Los filipinos de las clases más desfavorecidas que acuden a presentar sus respetos al hospital no la recuerdan como una estadista avezada que formuló grandes políticas, sino como una madre que veló por su pueblo y una devota cristiana, y a ella acudieron siempre que creyeron amenazada la democracia.
"Conozco mis limitaciones, y no me gusta la política. Me vi involucrada por mi marido", dijo Aquino en una ocasión para explicar su participación en la revuelta popular pacífica que acabó con el régimen de los Marcos, en 1986.
Su marido fue el senador Benigno Aquino Servillano, de sobrenombre Ninoy, un periodista y político brillante que encabezó la oposición contra la dictadura, pasó ocho encarcelado y murió asesinado en 1983.
Muerto Ninoy su viuda se convirtió en la única figura capaz de aglutinar a la creciente oposición y asumió su responsabilidad, aunque hubiera preferido seguir en Boston (Estados Unidos) con sus cinco hijos: Maria Elena, Aurora Corazon, Benigno Simeón, Victoria Eliza y Kristina Bernadette.
"Se ha dicho con frecuencia que Marcos fue el primer hombre chovinista que me subestimó", manifestó en otra ocasión la ex presidenta filipina.