En esta oportunidad la reflexión es sobre algunos riesgos y limitaciones que las redes sociales soportan a la hora de informar y también sobre las implicaciones para los periodistas y medios de comunicación que las usan. Claro está, sin desconocer las calidades de esta poderosa herramienta con la que cuentan hoy los periodistas y todos los ciudadanos.
Quizá la primera advertencia es sobre la veracidad y el contraste de fuentes de los mensajes informativos, instantáneos o deliberados que nos llegan a través de Facebooko Twitter.
El riesgo es latente. El autor de la información es testigo de un acontecimiento de interés general y puede construir la historia inicial y dar la primicia. Sin embargo, no estoy de acuerdo con llamarlo periodista solo por dar a conocer una noticia, así sea de categoría global. Quizá nunca más tendrá la oportunidad de hacerlo. En cambio, para el periodista esta es su actividad permanente.
Quizá tampoco tenga en cuenta ni conozca la metodología de indagación y los principios de veracidad, imparcialidad, pluralidad y responsabilidad social.
Antes de informar el periodista debe allegar los datos, verificar el hecho y contrastar la información. No es suficiente ver los hechos para informar. Se debe ir más allá: averiguar el contexto, las causas y las implicaciones que tienen.
De la carrera queda la rectificación. Son muchos los casos de información falsa que circula por las redes sociales, incluso que ha sido publicada, sin rigor, por los medios de comunicación que caen en la trampa y se ven obligados a enmendar el error. Otro punto para tener en cuenta es la autonomía que tiene el autor de la información o de la opinión para usar las redes sociales como canales de comunicación.
Algunos artistas dan a conocer sus nuevas producciones, revelan sus actividades y su vida familiar e íntima. También hay gobernantes y personajes públicos que las usan para opinar libre y voluntariamente, sin mediación de los periodistas. Esta tendencia tiene sus bondades en la inmediatez con la que se pueden obtener las posturas y reacciones, pero a la vez, puede constituirse en un escollo para poder ampliar los 140 caracteres, para repreguntar y contrastar la información y la opinión.
En estos casos, las redes sociales se asemejan a un altoparlante que emite una voz unidireccional, sin posibilidad de resolver las preguntas que son del interés de la opinión pública. Algo similar a las ruedas de prensa, impropiamente llamadas así, en las que no se admiten las preguntas de los periodistas, las esquivan, y por lo tanto, son vetadas por algunos medios.
Otras observaciones que los académicos hacen a las redes sociales tienen que ver con los problemas de suplantación, de violación de la intimidad y derechos de autor.
Aún más, en las redes sociales se aprecia con frecuencia el descuido y el desprecio por el uso apropiado del lenguaje. Muchas personas no siguen a quienes provocan "infartos visuales", por no observar las normas gramaticales mínimas o por el lenguaje pobre, reducido y codificado que utilizan.
El periodismo tiene en estas redes sociales una poderosa herramienta para investigar y para llevar la información incluso a las audiencias que están alejadas de los medios. Las informaciones que recibe el periodista deben ser confirmadas y contrastadas. Verlas en conjunto para extraer selectivamente lo mejor. Y las que emite, deben poseer los atributos del buen periodismo.
Finalmente, no basta con usarlas para obtener y publicar información. Usar Facebooky Twitter permite una excelente oportunidad para interactuar con los lectores, para llegar donde están ellos. Y si el periodista los invita, tiene el compromiso de atenderlos, de no desdeñarlos.
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