Ante la infamia de uno de los más crueles delitos, el secuestro, todos los colombianos y centenares de ciudadanos del planeta, sin distingo alguno, acudiremos al llamado realizado por los liberados, las organizaciones sociales y los medios de comunicación, para marchar el próximo 28 de noviembre en las diferentes ciudades y municipios de la geografía nacional y en las principales capitales del mundo, exigiendo la libertad de todos los que se encuentran retenidos, experimentando una especie de esclavitud en pleno siglo XXI.
Con las marchas del pasado 4 de febrero y 20 de julio, vencimos el escepticismo y la indiferencia y le enviamos a la guerrilla un mensaje expreso de no compartir esas prácticas insanas de mantener aislados en contra de su voluntad a seres humanos en lo más profundo de la selva, en condiciones calamitosas contrarias a los DH y el DIH. Gracias también a los testimonios de algunos militares, como a los dados por Luis Eladio Pérez, Ingrid Betancourt y el recién escapado Óscar Tulio Lizcano, el mundo ha podido percibir la saña con que actúan las bandas de secuestradores, mal autodenominadas ejércitos del pueblo.
La próxima jornada será otra excelente oportunidad para demostrar al orbe nuestra capacidad de unión y solidaridad ante las grandes causas, y a la insurgencia que no toleraremos más barbarie; por lo que en una comunión de niños, jóvenes y adultos, con el entusiasmo y la alegría que nos caracteriza, superaremos la asistencia de marchantes a la de las pasadas convocatorias.
Caminaremos y asistiremos a todos los actos programados, empuñando como únicas armas el tricolor nacional y la bandera blanca de la paz, y el corazón de la patria palpitará con gran intensidad en todos los rincones, calles, parques y plazoletas del territorio nacional. Nadie, por más escéptico que sea al efecto de esta clase de manifestaciones, podrá sustraerse a participar de esta actividad contra el secuestro y el olvido de quienes lo sufren; se espera contar con el apoyo del sector productivo, de los comerciantes, profesionales, empleados, trabajadores, estudiantes, docentes, amas de casa, pensionados, transportadores, en fin, con todos los sectores de la vida nacional y regional.
Esta clase de movilizaciones solidarias no son un sentimiento trivial, sino la determinación consecuente y perseverante de un pueblo que, cansado de la guerra, busca mediante acciones de noviolencia, caminos que conduzcan a una patria mejor, desprovista de injusticias, inequidades y prácticas violentas.
En fin, el viernes 28 a las 12 del día habrá una fiesta apoteósica por la libertad, a la cual todos somos invitados y en la que Colombia sin distingos de partidos, razas o credos, elevará una oración, entonará una canción de solidaridad y ternura por todos nuestros secuestrados, a quienes les haremos llegar el mensaje de recordación permanente y nuestro ferviente deseo de tenerlos muy pronto junto a sus seres queridos.
También a sus captores les estaremos recordando que no podrán seguir torturando impunemente a sus víctimas y frustrando indefinidamente el clamor del pueblo colombiano; que se les agota el tiempo para rectificar el camino y entregarlos sin ningún condicionamiento, antes de Navidad, en un gesto que les podría devolver alguna consideración; pues sus tercos, salvajes e inconducentes métodos de lucha ya les han acarreado bastantes golpes mortales, además del desprestigio y repudio de la comunidad nacional e internacional que cada vez menos creen en opción diferente a la aniquilación total de los grupos que las practican.
Pico y Placa Medellín
viernes
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