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¿Policía sin Alcalde?

10 de agosto de 2009
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Hoy asume un nuevo comandante de la Policía Metropolitana de Medellín y el Área Metropolitana, con el inmenso reto de contener, al menos, el terrible conflicto urbano que hoy viste de sangre joven a Medellín, Envigado, Sabaneta, Itagüí y Bello, ante la absurda e inepta actitud por parte de sus alcaldes, que solamente atinan a repetir y repetir como maniquíes de vocación y gobernantes de ocasión que: “los homicidios son enfrentamientos entre bandas del narcotráfico en disputa y vendrán más policías para el control respectivo…”, tesis de la cual es abanderada la Alcaldía de Medellín, para quien, por ejemplo, “el pago de vacunas de la gente de Medellín es cultural”, lo cual raya ya en una demencial y esclerótica justificación de ineptitud, ineficacia, desinformación y desconocimiento acerca de las razones de la agudización de la guerra urbana en Medellín, luego de pasado “el embrujo Fajardo” con respecto a la seguridad, el orden público y la disminución atípica de los homicidios durante su alcaldía.

“Embrujo Fajardo” por cuanto no entendemos cómo en su segunda alcaldía (que es la de Salazar), hayan cambiado tanto las condiciones de seguridad y aumentado exponencialmente los homicidios en Medellín, con el arrastre que ello tiene para el resto de municipios del área metropolitana, que sufren ya en carne propia los dolores de la guerra urbana, producto tanto de sus ineficacias públicas en seguridad, convivencia y paz, pues parecen no saber nada de esos asuntos, así como de la negligencia de Medellín, que ha favorecido la extensión del conflicto urbano por toda la geografía metropolitana.

¿Si Salazar fue el secretario de Gobierno de Fajardo, entonces cómo entender el desmedido aumento de los homicidios en Medellín en más de un 50% entre el 2007-último año de la alcaldía Fajardo- y 2009- a sólo año y medio de él haberse ido a su campaña a la presidencia?

¿Si Salazar hizo su campaña a la sombra de Fajardo y bajo su égida, cómo entendemos entonces que a solamente un año, la situación de orden público y homicidios en Medellín se haya desbocado?

¿Si es entendible que la única oficina de “paz y reconciliación” que existía en la ciudad a órdenes del hermano del aún asesor presidencial (aunque sin contrato formal) y asesor en funciones del “uribismo” J. J. Obdulio Gaviria, haya sido desmontada como oficina de paz y se haya dedicado, ya incluso sin jefe visible, a administrar unos pesos y a atender pos penados, lejos, muy lejos del verdadero conflicto urbano que hoy azota y azotará a Medellín por largo tiempo?

¿Sí bastará con más policías para contener la despeñada guerra urbana de bandas, combos, convivires y oficinas del narco?

Desde el CIU-Centro de Investigaciones Urbanas- creemos que no, ya que no existen condiciones cualitativas y cuantitativas desde los gobernantes  civiles para contener dicha guerra urbana, para la cual no opera la teoría política de la seguridad democrática, diseñada para operar en la selva, la alta montaña y las carreteras principales  a las fuerzas militares irregulares como guerrilla y NGAI-nuevos grupos armados ilegales. Y si esa era la esperanza desde la alcaldía de Medellín, pues les va tocar buscarse otra excusa, ya que en principio la responsabilidad del orden público en Medellín y el área, no es de Uribe sino de cada uno de los alcaldes metropolitanos, que deberían ser más juiciosos en estos asuntos de seguridad, convivencia y paz, ya que los jefes del narcoparamilitarismo que antes fungían de mediadores, como Don Berna en la época Fajardo, ya no lo son, pues fueron extraditados y han perdido por completo el control del conflicto en Medellín y municipios conexos.

Y el benigno informe de febrero de 2009 de la Fundación Ideas para la Paz, que poco o nada conoce del conflicto urbano y mucho menos aún su autor, el bogotano Juan Carlos Palau, donde se busca Justificar a Fajardo y salvar a  Salazar, poco les ayuda, ya que su contenido es altamente impreciso, carece de fuentes de investigación y parece más bien un débil apoyo electoral a ambos, ahora que están metidos a campaña presidencial. En definitiva, este informe poco conocido en Medellín, pero sí en Bogotá y en la red, nada aporta para el entendimiento de los actuales niveles explosivos del conflicto urbano y está bastante desinformado al respecto del conflicto urbano en Medellín.

El conflicto urbano en Medellín hay que entenderlo desde sus raíces socio-históricas para poder explicarlo y buscar su contención y, en este sentido, sigue siendo inexplicable que luego de 10 años existan en Medellín las mismas bandas y combos de hace 10 años, operando en sus barrios de origen en una clara actividad ilegal y paralela al Estado, que  a la final comparte con ellas un modelo de seguridad que ha sido funesto para la seguridad de Medellín y que se refleja muy claramente en el centro de Medellín con las convivir, que de alguna manera han contado, como mínimo,  con la complacencia oficial para lograr sobrevivir y operar a sus anchas en las calles, plazas y sitios comerciales de Medellín. Para tal fin leer el completo informe presentado por Corpadés este lunes 10 de agosto el cual se encuentra en su Centro de Documentación, el cual incluye en detallado denuncias concretas acerca de las llamadas Redes de Apoyo Ciudadano, adscritas a Metroseguridad, que nos deben generar hoy grandes dudas en su operación e institucionalidad. 

Desde el CIU, hemos retomado lo mejor de la experiencia de paz y convivencia de Medellín, ejemplo mundial en su momento -década de 1990 a 2000-, y hemos diseñado un análisis de la evolución del conflicto que nos permite señalar sin equivocaciones posibles que, dados los altos niveles de confrontación existentes, unidos a la carencia de una Asesoría de Paz y la poca legitimidad de la Alcaldía en estos asuntos -¿existe Alcaldía, existe S. de Gobierno?-, es imposible atenuar, contener y detener el álgido conflicto urbano, que ya incluso está generando grandes niveles de desplazamiento intraurbano, con las graves consecuencias sociales, de convivencia y de seguridad que ello implica para Medellín y su Área Metropolitana.

Es injusto que se le pida todo el resultado a la Policía, cuando la mayor carencia que existe hoy es la de la falta de una Visión civilista del conflicto urbano propia a los gobernantes civiles, que recoja la mejor experiencia de la anterior asesoría de paz y convivencia, que tan grata huella dejó en la muchachada de los barrios populares de Medellín y posibilitó los famosos pactos de no agresión, antesala de la reinserción y de la aceptación de la presencia social del Estado en dichos barrios. La Policía debe de acompañar la gestión de la autoridad civil, pero ante la carencia de su presencia de paz, seguridad y convivencia, es la Policía la que asume tamaña responsabilidad sin estar preparada para ella, ni ser su función constitucional.

¡De cualquier manera, deseamos suerte al nuevo comandante, pero de antemano sabemos de su fracaso en el empeño para solucionar el conflicto urbano, si las alcaldías de área metropolitana no dan un revolcón en su negligencia de paz y seguridad y la ausente Gobernación no aparece liderando este nuevo esfuerzo institucional…!   

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