R eza el dicho popular que toda comparación es odiosa; pero creo que no es odiosa cuando es didáctica, y esa es mi intención en estas líneas.
Tuve la suerte de vivir durante 24 años en el estado más desarrollado de uno de los países más organizados del planeta y por esa experiencia me atrevo a presentar esta comparación con el fin de que aprendamos de los que saben hacer las cosas bien.
Cuando en un país desarrollado terminan un complejo de vivienda y los usuarios caminan por la grama para acortar distancia, se les hace un sendero con baldosas para que no se ensucien los zapatos. En nuestro país se les coloca una cerca en alambre de púas para impedir el paso.
En California, si un infractor de parqueo recibe un comparendo por correo y no lo paga después de tres cartas de cobro, recibe la visita de agentes de la policía que lo conducen esposado a la cárcel y termina pagando 20 veces más, entre comparendo, intereses, penalidad, abogado, gastos de la corte y agentes policiales que lo capturaron. En nuestra querida Colombia, estos comparendos se acumulan y a veces han llegado a muchos millones de pesos que no se pueden recolectar.
Una compañía colombiana colectaba el IVA a pesar de que por ley su producto era exento de tal impuesto y el dinero colectado se lo guardaba para aumentar sus ganancias. El Gobierno al enterarse del ilícito, decidió que todos los que compraran ese producto debían pagar impuesto y si se consideraban con derecho a esa exención, lo podían reclamar a la DIAN, aumentando la burocracia y las trabas al público honrado, consumidor de dicho producto.
En un país desarrollado esa empresa es sujeta a una penalización ejemplar que desanima a cualquier otra empresa a hacer algo parecido.
Si en California se hace una vía tan buena que invita a los conductores a excederse en velocidad, se colocan señales bien vistosas demarcando el límite máximo de velocidad y con cámaras y radares se identifican los conductores que no respetan la norma y reciben un comparendo por correo que deben pagar en pocos días. En nuestra querida Colombia, inundan las vías de "reductores de velocidad" o los mal llamados "policías acostados" para castigarnos a todos los usuarios de dicha vía, la cual pierde su encanto de ser una buena vía para convertirse en una carretera de obstáculos que destruye los amortiguadores de los vehículos y aumenta las congestiones en las calles.
En una ciudad de un país desarrollado cuando hay demasiados vehículos en las calles, se construyen nuevas vías y nuevas obras de infraestructura para agilizar el tráfico de vehículos. En nuestra bella Colombia, con una visión miope, nos prohíben usar nuestro carro varios días a la semana con el cuentecito del "pico y placa".
Si un abogado trata de entrar a la cárcel una llave de "esposas" para su apoderado, lo dejan libre y redoblan la vigilancia en las visitas a la penitenciaría, perjudicando a los visitantes que van de buena fe a visitar a sus parientes, en vez de castigar ejemplarmente al culpable.
Esa parece ser la política de manejar los problemas en Colombia: vender el sofá, castigar a los inocentes y dejar libres a los culpables.
Invito a los lectores a que aporten con sus experiencias, hechos similares en que se demuestre la política de vender el sofá, para que hagamos una antología de hechos que demuestren la miope y errónea política del gobierno.
*Envíenos sus experiencias: feviga@aol.com
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6