Al conocerse más denuncias graves sobre el comportamiento ético del abogado Alberto Rojas Ríos, elegido por el Senado como magistrado de la Corte Constitucional, el ministro del Interior, Fernando Carrillo, salió raudo a decir que el gobierno aplazaba la posesión del cuestionado personaje, mientras este no aclarara las fundadas objeciones a su transparencia profesional.
Y el señor Rojas no aclaró nada. Quienes lo promocionaron en el Congreso se escabulleron, y al Presidente Santos su arrebato de pudor le duró 48 horas: posesionó al abogado Rojas el pasado jueves en la noche. Bien es cierto que en destemplada ceremonia, sin presencia de los otros magistrados, y sin los consabidos lagartos que acompañan a los altos funcionarios en estos eventos.
Al final, pues, nada pasó. Rojas Ríos llegó tranquilo y feliz a la Corte. Desde allí impartirá justicia para los demás.
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