Y de los Estados Unidos, pues la Isla del Encanto se ha convertido en uno de los destinos predilectos de los estadounidenses.
Llegar al Condado, epicentro del turismo, resulta muy similar a recorrer ciertas zonas de Miami, con la diferencia de que la vida social en este exclusivo sector no gira en torno a las discotecas, sino a los hoteles. En el lobby, mientras una banda de músicos cubanos toca El Manicero , un grupo de turistas sigue por TV la final de la Liga Mundial de Béisbol, sentados ante la barra de un bar.
El hecho de que los puertorriqueños tengan la nacionalidad estadounidense desde 1917 y que la mayoría de los habitantes apoyen ese estatus político, ha hecho de Puerto Puerto Rico una fusión entre el ritmo de vida de La Florida, su vecino continental más próximo, y sus raíces caribeñas, tan alegres y coloridas.
Sus habitantes no reniegan de su vínculo con Estados Unidos, reafirmado en la constitución de 1952, pero por sus tradiciones como país tropical se identifican en sus gustos y costumbres con los latinoamericanos, con quienes tienen en común una historia desde el descubrimiento y la colonia.
Un latinoamericano suele enamorarse de Puerto Rico mucho antes de pisar el aeropuerto Luis Muñoz Marín. Todo, por sus artistas.
Por eso, más allá de la diferencia que marca al puertorriqueño que al hablar cambia la "r" por la "l", nada allí nos resulta extraño.
El Viejo San Juan, la parte antigua y amurallada de la ciudad, con sus fuertes, plazas, callecitas, casas multicolores y su catedral, guarda mucha similitud con Cartagena, siendo por lo menos tres veces más grande y mejor conservado. De día o de noche, un recorrido por esta zona central de la capital de Puerto Rico es un deleite por sus cientos de bares, restaurantes, discotecas y ventas de productos típicos de la región.
El tiempo allí no rinde. Y algo similar ocurre con los dólares. Pese a que todo queda cerca, son tantos los atractivos y tan variadas las actividades que se pueden realizar en San Juan y su área metropolitana, así como en las otras cinco regiones turísticas en que está dividida la Isla, que una semana se queda corta para conocer todos sus encantos.
Para llegar allí, desde Colombia puede hacerlo, con escala en Panamá, en un viaje de cuatro horas (1:20 minutos a Panamá y 2:40 minutos a San Juan de Puerto Rico).
Antes de viajar conviene conocer qué hacer y dónde ir, para luego no lamentarse por haberse perdido de algo. Información no le faltará.
En el Area Metro, además del Viejo San Juan, es imprescindible la visita a El Morro, principal fuerte militar; al moderno Centro de Convenciones, quizá el más gigantesco complejo para eventos en toda América Latina, y al frente del cual hay fuentes de agua, cuyos chorros bailan al son de la música de Ricky Martin.
Y no puede perderse la visita al Museo de Arte de Puerto Rico, con una colección sin par de artistas puertorriqueños, y al frente del cual se puede apreciar una escultura de nuestro maestro Fernando Botero. Y si quiere algún espectáculo, la cita obligada es el Coliseo José Miguel Agrelot, donde se presentan las grandes estrellas nacionales e internacionales, con una programación permanente y una capacidad para 18.500 espectadores.
Para ir de compras, el sitio no puede ser otro que el gigantesco mall Plaza Las Américas, en Hato Rey, con su oferta de 315 almacenes, 13 teatros y 40 restaurantes.
La gastronomía de Puerto Rico mezcla la comida internacional con ricos platos típicos. Para que quede antojado, pida su famoso Mofongo. En comida de mar tienen los más variados y exquisitos menús.
Comparado con el Departamento de Antioquia, cuya belleza se encuentra dispersa en 62.840 kilómetros cuadrados, Puerto Rico es como un perfume concentrado en sus 9.000 kilómetros. En esta isla, de 160 kilómetros de largo, de Este a Oeste, por 40 kilómetros de ancho, habitan cerca de 4 millones de personas, siendo proverbial la excepcional belleza de sus mujeres, con cinco Miss Universos a la fecha.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
