Me llamó la atención que la medición de la transparencia de las costumbres en los diversos países se limite o por lo menos así se entiende, a la cuantificación de los millones de dólares que se pierden por las prácticas corruptoras. Esto lo colegí cuando leí que en el año pasado se perdieron en el mundo cerca de cincuenta mil millones de dólares en redes de corrupción. No hay otro indicador ni nada que se le parezca en la crónica respectiva. La cual nos ubica en el puesto 70 sobre 180 países y de 13 en Latinoamérica.
Esta forma de medición demuestra palmariamente el grado de materialismo que tiene la cultura moderna con respecto al comportamiento humano; rara vez nos enteramos del modo en que muchos países aplican la justicia o como es el cuento de considerar red de corrupción, cuando algunas naciones consideran aceptable y por lo tanto no generador de alarmas sobre corrupción, los gastos o sobornos en que incurren sus nacionales para la obtención de contratos en el exterior.
Nunca he visto indicadores diferentes; las injusticias, las triquiñuelas para evitar la aplicación de una ley, la morosidad en las decisiones y en fin, esos comportamientos que inciden directa o indirectamente en la fluidez de los procesos, cualesquiera que estos sean, no han sido medidos y no parecen señalar opacidades de ningún orden. La doble moral es tal vez una de las mayores muestras de falta de transparencia y en eso son campeones algunos de los países que ahora aparecen en la cima. No podemos negar que el poder que ocultamente encierra la financiación de estas ONG, se traduce en benevolencia para juzgar y calificar a quien los financia y es que casi nadie patea la lonchera.
La ignorancia no es propia de la pobreza, lo es también de aquellos que no se enteran de lo que sucede en el mundo a pesar de tener los medios para adquirir conocimientos y muchos de esos ignorantes son aspirantes a mandatarios de países del primer mundo que confunden o ubican a países en continentes diferentes.
Infortunadamente tenemos unos gobernantes vecinos que dan pie para que piensen que aquí en Suramérica somos todos una caterva de corruptos que accedimos al poder ayudados con dineros de dudosa procedencia y entre ellos la de otros gobernantes, esos sí muy corruptos, que pretenden exportar sus ideas o, mejor, comprar conciencias y apoyos. Aquí tenemos un turbante lleno de esas ideas. Petróleo ahora se iguala a poder de corrupción.
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