Al finalizar el Foro Económico Mundial, versión América Latina, en Cartagena, se evidenció de forma palmaria el reconocimiento que la comunidad internacional, y en particular la empresarial, les hizo a los avances y al posicionamiento que ha alcanzado Colombia en el concierto de países de la región y al empuje y el liderazgo del Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez.
El propio presidente y fundador del Foro Económico Mundial, el profesor Klaus Schwab, expresó que Colombia, por su transformación económica y social reciente, es el nuevo campeón de la región y reconoció que dicha transformación descansa en los logros de la política de Seguridad Democrática. Gracias a ello, nuestro país, junto a Brasil, México, Chile y Perú, hace parte de los motores del crecimiento de América Latina.
Paralelo a esos reconocimientos internacionales y al papel que empieza a jugar nuestra nación en la región, la clase empresarial colombiana entiende, cada vez más, que esas transformaciones implican una nueva visión de los negocios y de las oportunidades comerciales, perspectiva que responde a los fenómenos que la globalización y la apertura de las economías han desatado en la vida de los países.
Atrás tiene que quedar esa visión cerrada y parroquial que durante décadas prevaleció en nuestros sectores productivos. Hoy los retos son otros en un mundo en que la velocidad de los cambios es cada día mayor.
Frente al giro en la percepción del mundo empresarial y político acerca de nuestra realidad y sus perspectivas, la dirigencia política y los empresarios del país tienen que ponerse a tono con esa nueva realidad y estar en capacidad de responder al reto que significa volverse receptor creciente de inversión extranjera y nicho de desarrollo de nuevos negocios y empresas. Tradicionalmente, Colombia se ha distinguido por la calidad de su dirigencia empresarial. En esta nueva etapa de nuestro desarrollo, esa dirigencia tendrá que demostrar que ello es así. Lo más lamentable que nos pudiera pasar sería que este proceso se truncara por nuestras incapacidades y miopías.
De otra parte, de las discusiones adelantadas en desarrollo del Foro, queda claro que América Latina, contrario al camino recorrido en décadas anteriores, ahora se encuentra en posibilidad de destacarse a escala mundial en materia económica. Pero para consolidar estos logros y posibilidades, la región deberá superar una serie de barreras que aún subsisten.
En lo político, hay regímenes que parecerían caminar más en busca del pasado que estar enrutados hacia la construcción de este nuevo siglo.
En lo social, la inequidad y la pobreza tienen que superarse. Está claro que sin una política social que acompañe las altas tasas de crecimiento económico, no es posible alcanzar mejoras definitivas en esos frentes.
Igualmente, hay consenso en la importancia que representa la educación como un factor clave del desarrollo. Pero para ello no basta alcanzar coberturas universales, sino que es necesario establecer altos estándares de calidad.
Si se quiere ser competitivos frente a otras regiones del mundo, el desarrollo de la infraestructura es otro reto prioritario de nuestros países. Finalmente, en el siglo del conocimiento es imperativo que los Estados y las empresas impulsen las actividades científicas, tecnológicas y de innovación.
Colombia no es ajena a estos retos. Por lo tanto, resulta de gran importancia que el nuevo gobierno que elijamos los colombianos, en los próximos meses, no sólo continúe con los avances y logros alcanzados, sino que los amplíe y profundice.
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