Afortunadamente para los cuatro miembros de la Fuerza Pública y para el país se produjo el rescate de los tres oficiales de la Policía y el suboficial del Ejército que vivieron doce años de injusto y condenable secuestro a manos de las Farc. Esto nos debe alegrar a todos los colombianos, que vemos retornar al seno de la sociedad, a la convivencia con sus familias -que igual vivieron el drama del secuestro- a cuatro servidores públicos que seguramente pasaron situaciones muy difíciles.
Pero igualmente es necesario resaltar cómo la acción exitosa del Ejército colombiano consiguió ese logro. La denominada 'Operación Camaleón', por lo que se conoce a nivel de medios de comunicación, es de nuevo la puesta en marcha de la fórmula que ha dado resultados contra los grupos armados ilegales en el pasado: una combinación de inteligencia y fuerzas especiales. Todo indica que la inteligencia técnica ha permitido a la Fuerza Pública ubicar las áreas en las cuales se mantiene a los secuestrados, o núcleos de miembros de estas guerrillas y que con la combinación de inteligencia humana -infiltración y utilización de informantes o guerrilleros desmovilizados- permitió a los equipos de planeación operativa diseñar la operación que fue ejecutada con gran profesionalismo por los comandos de fuerzas especiales.
De las enseñanzas significativas de esta operación militar hay que destacar por lo menos dos aspectos: uno, la importancia de la persistencia en las operaciones de inteligencia contra los grupos guerrilleros, que terminan produciendo resultados positivos -no tan rápido como todos quisiéramos, pero finalmente exitosos-, la inteligencia es fundamental para librar este tipo de guerras irregulares; dos, la capacidad que ha acumulado la Fuerza Pública en realizar operaciones militares de este tipo con altas probabilidades de resultados positivos -no hay duda que se ha aprendido de experiencias negativas anteriores y que hoy día el porcentaje de seguridad en estas operaciones es muy alto-; por supuesto que hay siempre en los rescates militares un margen de riesgo, pero en la medida en que la Fuerza Pública colombiana es más competente, profesional, capaz y toma las medidas de previsión, este margen se reduce sensiblemente.
Un gran triunfador de esta operación es, además de la Fuerza Pública, el Presidente Uribe, a quien hay que reconocerle, más allá de las críticas que se le puedan hacer, su insistencia en la lucha contra las guerrillas y especialmente contra las Farc y su constante estímulo y exigencia a la Fuerza Pública por resultados positivos para el país, hasta el último día de su mandato.
Ojalá las Farc, despojándose de la arrogancia que por momentos parece acompañarla, entienda que esta exitosa operación de la Fuerza Pública es una muestra más de la inviabilidad de su proyecto armado y decidieran buscar caminos para concluir este largo ciclo de violencia fratricida. Las palabras del recién liberado General Mendieta deberían retumbar en sus oídos: "El secretariado debería tomar la decisión. Ya es hora de que cambien y se incorporen a la vida política".
De manera indirecta, es probable que este rescate exitoso termine fortaleciendo más de lo que ya está la candidatura de Juan Manuel Santos, que sin duda aparece como el claro heredero de las políticas del Presidente Uribe. Es lo que en políticas públicas se conoce como efectos no previstos.
CODA : A propósito, la propuesta del candidato Santos de un gobierno de unidad nacional, que es apropiada para el actual período de la historia colombiana y que no parece tener intenciones electorales -de hecho su triunfo ya es evidente-, ni es un nuevo Frente Nacional -hay que repasar la historia colombiana-, debería estar acompañada de la posibilidad de acordar con la oposición, un verdadero Estatuto de la Oposición para que ésta pueda hacerle el necesario control político al gobierno.
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