El verbo "juniniar" recobró ayer su sentido, con la entrega oficial de las obras de renovación de uno de los sectores más emblemáticos del Centro de Medellín, el pasaje Junín.
Las sillas del nuevo amoblamiento no daban abasto, pues eran muchas personas, especialmente aquellas a las que les tocó vivir la época en que este sitio fue el mayor referente de la ciudad, que querían recordar esos momentos inolvidables.
-¿Quién no tuvo por allá por los años 70 su primer encuentro o paseo con la mujer amada en este lugar para invitarla a un postre en el Astor?-, se preguntaba Eliécer Montoya, sentado en una de las bancas, con aire nostálgico y con la mirada del que evoca un viejo amor.
Cuando aterriza su pensamiento en el presente mira el entorno y su rostro vuelve y se dibuja una sonrisa.
-Hace casi dos años que no venía, incluso ya era poco lo que lo visitaba, pero hoy lo vuelvo a ver como antes, lleno de vida, de gente, dinámico, con mucho de lo que me tocó vivir en mis años mozos-, expresa Eliécer sobando su pelo cano y mirando a una pareja contemporánea que abrazada en una banca observa a la multitud que pasa a su alrededor.
-Uno se podía pasar todo el día así-, hace una pausa para señalar a la pareja con un gesto de la cara- y no se daba cuenta del tiempo.
En otro extremo del pasaje, que hacía más de ocho meses no tenía tanta concurrencia, decenas de personas, en su mayoría cincuentones o más, esperaba turno para tomarse una foto en un fondo con una imagen del Centro del año 50.
-La foto es del año en que yo nací y me pareció muy curioso, por eso estoy haciendo la fila-, dice Gilberto Correa.
Para él los trabajos, aunque cree que fueron entregados de manera apresurada para no incumplir, dan un nuevo aire al pasaje.
-La obra quedó muy bonita y pienso que Medellín se la merece. Valió la pena la espera y las incomodidades de más de ocho meses-.
Muy cerca el alcalde Alonso Salazar recibía felicitaciones de parte de algunos ciudadanos por las obras, pero también le pedían que las complementara con más seguridad.
-Esto se volvió un atracadero- le expresaba uno de ellos.
También los comerciantes, que tuvieron que soportar durante nueve meses las incomodidades de la obra y afectaciones económicas y en no pocas oportunidades manifestaron su inconformidad, especialmente por la demora, ayer se mostraron a gusto con el resultado y con la ilusión de recuperar lo perdido.
Entre ellos los floristeros que tuvieron que estar todo este tiempo al sol y al agua y con las ventas venidas abajo.
-Fue muy duro, pero ahora los clientes volverán, porque se nos habían ido-, anota Consuelo Echavarría, quien lleva 35 años trabajando con flores.
Las obras de renovación, que fueron motivadas por el cambio de las redes de acueducto, alcantarillado, energía, gas y telecomunicaciones, contemplaron la adecuación de 4.427 metros cuadrados de espacio público con cambio de los módulos de los venteros, de andenes y pisos, repotencialización de la iluminación, siembra de árboles y diseño de nuevas jardineras. Allí se invirtieron 2.200 millones de pesos.
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