Están fuera de discusión los beneficios del sistema de seguridad social en salud en Colombia, en el aumento de la cobertura y el acceso, principalmente sustentado en el Régimen Subsidiado.
Las cifras así lo demuestran, de acuerdo con el Ministerio de Protección, en Colombia pasamos de casi 6 millones de afiliados al régimen subsidiado en 1996 a casi 24 millones en 2009. Por su parte, en el Contributivo se pasó de 14 millones a 17 millones en ese periodo. En cuanto al acceso, ha habido buenos resultados, por ejemplo, en controles prenatales, postnatales y vacunación en áreas rurales (Santamaría, 2008).
En el caso de Medellín, el número de afiliados al régimen subsidiado pasó de 267.000 a 683.000 entre 2004 y 2009, para una cobertura del 98,2% en los niveles uno y dos del Sisbén en 2009.
El acceso, de acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida de Medellín, aumentó entre 2006 y 2008, especialmente para quienes no están afiliados al sistema y los usuarios del Régimen Subsidiado.
No obstante, el impacto del sistema de salud vigente no sólo debe medirse en cobertura y acceso sino también en términos de indicadores de salud de la población y, por ende, impactos sobre su calidad de vida.
En el caso de Medellín hay logros importantes, como los mostrados por la Secretaría de Salud en una reciente mesa de trabajo del programa Medellín Cómo Vamos.
Ejemplos tangibles son la reducción a cero del número de muertes en menores de cinco años por desnutrición en 2009, disminución de la tasa de muertes por enfermedades diarreicas en esa población desde 2007, disminución en la tasa de muertes en menores de un año desde 2004, coberturas útiles de vacunación superiores al 95% y reducción en la tasa de muertes por cáncer de cuello uterino, que pasó de 8,2 por cien mil mujeres en 1999, a 5,6 en 2009.
Sin embargo, hay retos pendientes para la ciudad que entrañan en su mayoría acciones más decididas de los diferentes estamentos responsables de la atención en salud. No se ha logrado quebrar la tendencia en la mortalidad por cáncer de mama. Mientras en 1999 era de 13,2 por cien mil mujeres, en 2009 fue de 15,5. Así mismo, la incidencia del VIH va en aumento. En 1999 era de 8,3 por cien mil habitantes, pero en 2009 pasó a 19,9. En cuanto a la tuberculosis tampoco se ha logrado reducir su incidencia. En 1999 era de 32,8 por 100 mil habitantes; en 2009 fue de 38,8. En cuanto a la mortalidad materna, es preocupante que la mayoría de los casos presentados en la ciudad en 2009 pudieron evitarse.
En conclusión, pese a avances importantes en salud, tanto en términos de cobertura, acceso y estado de salud de la población, aún persisten problemas que atañen al modelo de salud imperante.
Un sistema que en su conjunto no anticipa los riesgos y no es integral, que se concentra en atender la enfermedad, aumentando sus costos y creando un círculo vicioso que se manifiesta en la crisis de financiamiento del sector. El sector salud no sólo necesita pensar de dónde sacar más recursos, necesita repensar el modelo de protección en salud, priorizando la prevención por encima de la atención de la enfermedad, sin ello no habrá recursos que le alcancen al sistema.
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