La estrella del cielo que más brilla, ha acompañado en los últimos 20 años de sus vidas a Natalia y Daniela, dos bebés: una de brazos y otra de cuna cuando perdieron a su padre.
Ellas, hoy adolescentes, expresaron las oraciones más conmovedoras en el homenaje póstumo al gobernador Antonio Roldán Betancur, en el edificio de La Alpujarra desde el cual ejerció su corto gobierno.
Daniela, que entonces tenía ocho meses de vida, dijo que cuando estaba triste y se hacía mil preguntas tratando de entender por qué el destino decidió así, su madre, Gloria, le decía que mirara al cielo porque él estaba allí siempre. "Era la estrella más luminosa, aquella que siempre podía ver, era él que no me abandonaría nunca, que me seguiría a cualquier lugar y me observaría desde lejos".
Daniela lo asumió y esa idea le dio tranquilidad pues, dijo, "me sentía serena y por sobre todo protegida".
Veinte años después, reflexionó que cuando la vida arrebata la felicidad, nadie puede darla de nuevo, y lo único que se puede hacer es seguir adelante y "no dejar de ser positivos porque si algo se te quita, cualquier otra cosa te será dada".
En contraste, Natalia, que sí tiene memoria personal de su padre, expresó que el dolor en el pecho que experimentó aquel día, lo puede recordar casi hasta sentirlo todavía. "Creo que ha sido el momento más terrible, más intenso, más doloroso de mi vida".
Le quedaron en su memoria imágenes de los momentos en que la consentía, sensaciones de alegría y tranquilidad, pero también de vacío e infinita soledad cuando faltó repentinamente.
Hoy está segura que en los pocos años que le dedicó su calidad de espíritu, integridad, lealtad y fuerza, la marcaron para siempre. "Siento que la determinación, la audacia, el entusiasmo con los cuales estoy construyendo mi persona y mi futuro, nacen también de él".
La evocación de las jóvenes, que residen en Italia, estuvo precedida por la del sacerdote Nicolás Múnera, ex párroco de Briceño, quien recordó cuando Roldán volvió a su pueblo como gobernador a llevar un auxilio para reconstruir el templo. Al descubrir la placa, el cura le advirtió que, por error, el marmolero le puso la fecha del 4 de julio, en lugar de 4 de junio. "Cuando la leyó, dijo: -déjela así, que algún sentido tiene", contó el padre, al remembrar la escena porque allí quedó plasmada un mes antes la que sería la fecha de su partida.
Y un hombre que lo conoció como amigo, deportista, político y gobernante, el senador Alfonso Núñez Lapeira, lo valoró como quien "siempre pensó en grande, sin olvidar las aparentes pequeñas cosas que surgen de razonables anhelos de la comunidad".
Así, con sobriedad y gratitud, se evocó al líder que se hizo grande en la humildad.
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