De la culpa a la calma. Así, sencillo, es el título del nuevo libro de la experta en temas familiares y de crianza, Ángela Marulanda.
El texto, sin embargo, aborda un tema complejo: la pérdida de poder de los padres frente a los hijos fruto de la culpa que sienten frente a su rol.
"Este libro surgió porque me di cuenta de que los padres sabían qué tenían que hacer, pero no lo hacían", comenta la experta, con más de 25 años de trabajo en estas temáticas.
Entonces aparecen los permisos absurdos o los regalos insólitos, todos sustentados en "es que yo soy el único que (no voy a ir o no lo tengo)", argumento con el que los hijos buscan convencer a sus papás y mamás. Y lo logran.
"Es una incapacidad de decir no, pero es que detrás hay una culpabilidad enorme", comenta Ángela.
¿Por qué pasa lo que pasa?
La pregunta que intentó responder la especialista fue por qué se ha ido perdiendo la claridad de la autoridad de los padres.
"Mi mamá daba una orden y punto", recuerda. "Ahora los hijos la cuestionan, la refutan y luego no la cumplen".
Señala, además, que quienes se estrenaron en la paternidad a principios de los 80 y hasta entrados los 90 son como un sánduche.
"Somos los últimos que respetamos a los padres y los primeros que respetamos a los hijos, los últimos que fueron regañados por los padres y los primeros en ser regañados por los hijos...", lo que ha generado una confusión en el rol de los progenitores.
A eso se le suma un bombardeo mediático sobre el derecho a ser feliz, que sembró la idea de que los niños estén todo el día sonriendo.
Lo que pida el niño se le da porque tiene que ser feliz, parece ser la premisa. "¿Qué podemos hacer para lograr que nuestros hijos vivan felices sin tener que complacerlos en todo?", es la pregunta que se hacen los padres.
"La felicidad, sin embargo, no puede ser un objetivo, sino un resultado", contrargumenta Ángela.
El asunto, también, es que ahora los padres son conscientes de los efectos de sus actos en la vida de los hijos, que también aumenta el sentimiento de culpa.
"Entonces, ya sabemos que está mal gritar, que está mal insultar... pero cómo lo corrijo, si ese es el modelo que tenemos".
¿Pero cuál culpa?
La culpa tiene un propósito específico: indicarnos que algo se está haciendo mal. Pero lo que no puede hacerse es seguir gobernados por esta.
La especialista señala tres asuntos que la generan: el primero es el trabajo en exceso, que atañe a casi todo padre moderno.
"¿Me pregunto qué pasaría si le diéramos a la familia la importancia que le damos al trabajo, en tiempo, en objetivos, en dedicación", reflexiona Ángela. El segundo es el rompimiento de las relaciones de pareja, que afecta a los menores y que los padres buscan resarcir siendo laxos con los chicos. Y el tercero es el afán de aparentar ser "padres como de revista".
Señala la lucir como los padres perfectos, como el hogar donde nunca pasa nada y todo marcha bien, de padres exitosos en el hogar y la oficina y eso tiene un costo alto.
La conclusión es que hay que disfrutar ser padres, sacarle gusto al "regalo más hermoso que nos da la vida", en palabras de la educadora familiar, quien hoy estará brindando una charla sobre este y otros temas.
Será a las 6:00 de la tarde, en el coliseo del colegio la Enseñanza, en El Poblado.
Las boletas tienen un valor de 50.000, 35.000, 20.000, 15.000 y 12.500 pesos. Se consiguen en tuboleta.com.
Pico y Placa Medellín
viernes
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