La falta de humanidad de las Farc es ilimitada. No se contentan con privar de la libertad a otros sino que hacen todo lo posible por hacerles su vida más indigna y desdichada: los amarran a fuertes cadenas, los ultrajan y les impiden realizar actos tan sencillos como el de escuchar la radio, actividad que les posibilitaba mantener contacto con su familia y el mundo exterior, a través de los diversos mensajes de apoyo y solidaridad que diariamente se les envían por los distintos medios radiales.
En un principio el grupo guerrillero no veía inconveniente en dejar que sus plagiados tuvieren ese mínimo encuentro con el mundo de sus afectos y de la libertad, pero luego de la Operación Jaque, les quedó totalmente vetada esa ventanita con la verdadera vida. ¡No hay derecho a tanta crueldad!
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