Un día esplendoroso, pleno de calor y con cielo despejado, aunque sin muchos visitantes, antecede la gran celebración de la noche de este sábado, cuando los jericoanos y peregrinos se congregarán en su catedral para participar en la distancia de la canonización de la religiosa Laura Montoya Upegui.
Los habitantes madrugaron a poner arreglos de flores en los balcones y a colgar las banderas del municipio, la de Colombia o la Pontificia, que le dan un colorido especial a sus calles y un ambiente de fiesta.
Aunque los parqueaderos dispuestos por la Alcaldía para recibir unos 300 vehículos particulares ya están llenos, según indicó la directora de Turismo y Eventos, Vanesa Artehaga, los comerciantes mantuvieron los reparos a las autoridades departamentales porque no ha llegado la gente que esperaban.
“La llegada de turistas se cumple sin traumatismos, en realidad esperábamos más gente, pero en la noche habrá más personas y estamos preparados, anotó Vanesa.
Pero hoteleros y dueños de finca hoteles, como Adriana Saldarriaga, administradora de Las Tapias, insisten que se manejó mal la expectativa al recomendar a los visitantes que se alojaran en poblaciones vecinas como La Pintada, Cauca Viejo, Pueblorrico y Tarso, porque aquí no cabrían tantos.
“Todas las habitaciones están desocupadas”, contó Adriana, al enrostrar la alta inversión que se hizo en esta antigua casa campestre, a solo un kilómetro de la zona urbana.
Para ratificar la baja ocupación, Fernando Cifuentes, un turista que llegó a las 10:30 de la mañana y no tenía reserva, encontró hospedaje en La Felicina, un hotel cerca del parque que apenas tenía dos habitaciones ocupadas.
Pero a los habitantes raizales tampoco les molesta que el pueblo esté tranquilo, sin caos, como un habitual día de mercado de los sábados. “Hay una gran diferencia entre una fiesta popular de parranda y una religiosa, aquí los ingredientes son la Eucaristía, las procesiones, la oración y la fe”, comentó el sacerdote Joaquín Darío González Jaramillo, párroco de El Inmaculado Corazón de María, la segunda parroquia de Jericó.
Tal vez uno de los más antiguos habitantes del pueblo, Luis Carlos Velásquez, testimonia que con mucha gente o sin ella, los jericoanos están felices por lo que van a presenciar.
Velásquez tiene 98 años, una lucidez y ánimo envidiables para cualquiera de menor edad. Todos los días se acuesta a las 7:00 de la noche, pero asegura que este sábado “voy a trasnochar”.
“Ese acontecimiento hay que verlo, no me lo puedo perder, y para mi vida ya es de los últimos”, anotó Luis Carlos con alegría, como si fuera para una de las fiestas de su juventud.
El lucernario es una de las sorpresas de la noche, varias horas antes de que comience la ceremonia de canonización de Madre Laura en El Vaticano.
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