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La visión, un sentido que se desarrolla en los primeros años

Sin colores, sin formas definidas, así ven los seres humanos durante los primeros meses de vida. Alrededor de los siete años cuando se alcanza la madurez visual, la visión es 20/20.

  • FOTO SHUTTERSTOCK
    FOTO SHUTTERSTOCK
15 de noviembre de 2013
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Un dato curioso para iniciar: vemos con el cerebro, no con los ojos. Estos últimos, funcionan como una cámara fotográfica que lleva las imágenes de manera invertida hasta el cerebro es decir, no llegan como en realidad las vemos.

“A través de la córnea y el cristalino se enfocan las imágenes en la retina donde están los conos y los bastones, toda esa información se va al nervio óptico, al cerebro, específicamente a la zona parietal  donde está ubicada la parte visual”, explica Álvaro Echeverri, oftalmólogo de la Clínica de Oftalmología Sandiego.

Resulta más curioso todavía, saber que al momento del nacimiento la visión del ser humano es muy básica: no hay formas delimitadas, no hay colores, solo fijación de la mirada, especialmente en los rostros de los padres, esos que el bebé reconoce por las voces que le han hablado desde el momento de la gestación.

De acuerdo con Beatriz Blandón, oftalmóloga pediatra de la Torre Médica Ciudad del Río, solo hasta el cuarto mes de vida el bebé está en capacidad de hacer seguimiento de luces y objetos. A la vez que tiene poco desarrollada la visión lejana.

Enseñar a ver
Algunos expertos aconsejan durante los primeros meses de vida acudir a la estimulación con juguetes, móviles y objetos grandes como una herramienta para desarrollar la visión y sobre todo, como una forma de detectar a tiempo algunas alteraciones del sistema visual.

Ojos desviados, lagrimeo constante, manchas blancas o intolerancia a la luz suelen ser, entre otras, algunas de las señales de alarma que deben ser atendidas de forma temprana.

“Los bebés nacen viendo pero no tan perfecto como en la edad adulta. El sistema nervioso necesita aprender a ver, ese es un proceso largo de los primeros cinco años. Por esa razón, los padres deben estar atentos, un ojo sano debe ser parecido al otro”, indica Iván Darío Ramírez Chavarriaga, oftalmólogo de la Clínica Clofán.

La evaluación temprana por parte de los especialistas es fundamental para evitar complicaciones. Al momento de nacer, al año, a los cuatro, a los ocho y a los catorce años, son momentos claves para diagnosticar alteraciones que pueden tratarse a tiempo.

“En los primeros ocho años es muy importante la visita al oftalmólogo, porque los niños no dicen nada, no manifiestan sus molestias, entonces los padres no se dan cuenta si necesitan gafas o no”, advierte Blandón.

La madurez
A medida que aumenta la edad, el ojo madura anatómicamente, se calcula que eso ocurre alrededor de los siete años, en ese momento la visión es 20/20, así la califican los expertos. Sin embargo, se dice que solo un 15% de los niños no lo alcanzan a esa edad y pueden tardarse incluso, hasta los 13 años.

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