Estación Sabido, que nada tiene que ver con apellido u obra de infraestructura (y menos con algún hecho histórico) sino con el entendimiento de las cosas, pues nada existe sin orígenes o por generación espontánea, como algunos aprendices de innovación lo creen.
La cultura es la manera en como los hombre expresan el mundo, desde lo que ven hasta lo que convierten en ciencia. O sea que pintar y escribir, en términos culturales, es lo mismo que la biología y la electrónica: medios por los cuales damos a conocer lo que sabemos.
O lo que está ahí y no reconocemos en lo que realmente es y así lo vemos como una proyección de esas de Morel (el personaje de Bioy Casares), sin saber si muerde, orina o simplemente es una caja de chicles o algo que hace ruido.
Pero nos maravilla y asusta y por eso es que tenemos tantas cosas modernas sin ser modernos, lo que lleva a un mal manejo de la herramienta, a delirios seguidos y a una comprensión de los asuntos según sea el halago.
Si un carro se mueve, hay que entender el movimiento, el espacio, el tiempo, la estética, la normativa urbana y el uso debido de la máquina que cumple una tarea: ir de un espacio A a uno B (espacio que también es usado por otros, unos en ruedas y otros en zapatos).
Claro que el carro se mueve también sin que el usuario tenga conciencia de lo anterior, solo que su actuación es, además de peligrosa, una tristeza, pues haría lo mismo que hace un chimpancé entrenado para introducir una llave, girarla y pisar un pedal al oír un ruido.
Curiosamente ese umbral entre el animal y el humano, que debería ser cada vez más amplio (para eso es la historia y la educación en la cultura), por el contrario es más estrecho, pues se ve cada vez más gente robotizada y sin conciencia de estar en sociedad. Y ahí van. SOS.
Un pueblo culto, que cultive la música, las letras (literatura, filosofía), la pintura, las creencias, la geografía y la historia accede a las ciencias sin ningún problema, pues la ciencia solo es la manifestación de lo antes sentido.
Y si no a las ciencias, a la innovación, que es la mejora de lo que existe (de un saberse en el mundo y como parte de él), pero no en términos mecánicos solamente sino posibilidad de vivir mejor.
La ciencia, bien entendida, es un poema que descubre la naturaleza de las cosas (Rerum Natura), como bien entendía Lucrecio. Los científicos no son unos obsesos que deliran con fórmulas, sino unos hombres y mujeres que descubren que estar vivo tiene un sentido y que nuestra relación con lo otro es un asunto moral. Claro que se ve todo lo contrario y ahí sí, como dice Mafalda.
Acotación: Einstein tocaba el violín y Madame Curie les leía cuentos a los niños, igual que Ludwig Wittgenstein. La doctora Ángela Restrepo goza de la ópera y Peter Fischer (el autor de La otra cultura) hace figuras de animales. Y se podría seguir la lista de hombres y mujeres cultos y sabios, que son el ejemplo.
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