Todavía no han terminado de contar la historia, porque esta no se cuenta en uno, dos o tres días. La historia sigue.
Cada vez que se les ve bordeando las playas de Nuquí, en la escuela o transitando las calles del pueblo, alguien tiene una pregunta que hacerles, porque el viaje que acaban de cumplir a Australia es como la llegada del hombre a la Luna: solo se da una vez y no se ha terminado de contar.
Los primos Camilo -15 años- y Santiago Mosquera -14-, Yeison Palacio -15-, Steiner Moreno -13-, igual no se cansan de contar, una y otra vez, cada episodio del que es, hasta hoy, un viaje de ensueño.
Fueron más de veinticinco horas de vuelo desde Nuquí o desde Montería, porque a los cuatro jóvenes chocoanos se les unió un grupo de cinco nuevos surfistas de San Bernardo del Viento.
Estos niños, incluso, ya han tenido la posibilidad de competir en torneos nacionales, como el de los Juegos de Mar y Playa, en San Andrés.
Pero ahora, ir a Australia no se la creía ninguno.
Los padres de los chicos piden que les cuenten en detalle cada aventura, porque eso fue una grandiosa aventura que incluyó no solo el viaje a las azules playas de Sydney sino a centros culturales, grandes practicantes de surfing, comidas típicas, música, tuvieron clases, estrenaron tablas y, lo que es más importante, hicieron amigos de la otra costa colombiana.
"Todo fue muy bonito", atina a decir Santiago, quien coincide con los demás en que conocer animales tan diferentes a los de la selva colombiana -como canguros-, cuando visitaron el zoológico, les da la posibilidad de ampliar conocimientos.
La sola aterrizada en el aeropuerto de Sydney los puso a mirar todo alrededor. Sus ojos parecían salirse pues no daban crédito a todo lo que veían. Nuevo absolutamente nuevo para ellos.
Un mar frío, casi helado, pero con sol pleno; unas modernas tablas, coloridas y anchas; unas olas grandes; monumentos históricos y culturales, costumbres bien distintas e idioma los recibieron con los brazos abiertos.
"Todos terminamos asombrados con todo lo que vimos, pero en especial con lo nuestro: las olas de Australia", cuenta Néstor Tello, quien por años ha trabajado en el tema del turismo ecológico, en calidad de guía, y hoy entrenador de más de cincuenta jóvenes nativos de Nuquí que ven en el surf una opción de deporte y hasta de vida.
"Todos regresamos muy emocionados y con una mentalidad diferente. Los niños, claro está, son los más sorprendidos de esta experiencia", relata.
"Conocimos el país; cómo se practica nuestro deporte allá, las olas; gente muy amable y cariñosa, y hasta clases para mejorar la técnica", agrega Santiago.
Otro de los más sorprendidos con esos 10 días en Australia es Yeison, quien al igual que los demás era la primera vez que montaba tanto tiempo en aviones. Y, primera, fuera del país.
"Fuimos al zoológico, vimos animales que nunca habíamos visto, el acuario, estuvimos en el teatro -vieron la obra de Pinocho en musical-, también nos llevaron a una universidad de Sydney, y surfeamos varias veces con campeones de Australia", relata orgulloso, aunque los detalles los ha dejado para cada cita con sus compañeros de clases o sus familiares. Ah y hasta practicaron skateboarding en las instalaciones de Surfing Australia, acompañados con Clancy Dawson, entrenador profesional de este deporte y del coach Adam Durran. Y hasta recibieron capacitación sobre primeros auxilios y rescate con los salvavidas al lado del experimentado rescatista Ross Blowers.
Ryan Butta, un ciudadano australiano que se enamoró de las playas y la tranquilidad de Nuquí, hasta casarse con una colombiana, fue el alma del viaje.
"Él vive en Bogotá, viene mucho a Nuquí; varias de las primeras tablas que tuvieron estos niños las regaló él y alguna vez dijo que a los mejores estudiantes surfistas, amantes de la naturaleza, respetuosos de sus padres los llevaría a su país. Nos ha mandado más tablas y hoy ese viaje se hizo realidad", señala Tello.
Al regreso, los chicos se despidieron de sus homólogos de San bernardo y prometieron seguir en contacto y hasta ir allá; trajeron gorras de surfing, camisetas con alegorías de Australia, fotos, y recuerdos plasmados en una historia que aún se sigue contando.
Al final, y como todo buen cuento, todos fueron felices
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