Este Siglo XXI ha traído grandes maravillas en el campo de la ciencia. No sabe uno qué escoger entre la nanomedicina, el grafito, la impresora en tercera dimensión o el descubrimiento de nuevos planetas, aparte de los viajes a Marte. En lo que a mí respecta, me inclino por hacer la correspondiente venia a quienes incursionan exitosamente en el campo de la medicina con todos sus nanos en disposición de avance.
Ya los lectores deben saber que la nanomedicina incluye en su nuevo arsenal pequeñas "máquinas" que pueden entrar al torrente sanguíneo o que pueden instalarse en determinada sección de nuestro cuerpo para bombardear o desalojar el enemigo que intenta llevarnos a la vida eterna donde ya no vamos a necesitar esos diminutos navíos surcando las corrientes de nuestras arterias.
Pero también asombra eso de que una impresora en tercera dimensión tome uno de sus zapatos y lo replique de forma idéntica, sin olvidar un solo detalle. Entre otras cosas, no sabe uno la suerte que podrán correr los zapateros del mundo cuando estas máquinas entren de lleno en los campos de la producción. Lo menos que puede ocurrir es que los dejen caminando en chanclas...
PAUSA. Para los españoles el computador es el ordenador. Y dicen algunos que el desordenador es el presidente Rajoy.
GOBIERNO. Vamos a estrenar gobierno... viejo. Como cuando los recuerdos de la niñez me llevan hasta las procesiones de Semana Santa, donde el "estrén" del trajecito de paño era el usado del papá, que ya estaba metido en un traje nuevo. De su gastado vestido de paño inglés nos hacían el nuestro que nos delataba o se delataba por una raya que por cosas de la sastrería antigua, se instalaba donde iba el pañuelo coqueto al lado del corazón.
Bueno, este Gobierno habla de las autopistas del futuro, pero no se acuerda de los ferrocarriles del pasado, cuando cometimos uno de los grandes crímenes de la historia al terminar con aquellos "trenes" que se metían amorosamente entre el paisaje nacional.
Digo amorosamente porque era así: un feliz matrimonio entre el pueblo-pueblo y el paisaje patrio. Esperemos que entre los programas del nuevo-viejo presidente se tengan en cuenta los ferrocarriles, las vías navegables, todo aquello que nosotros hicimos a un lado mientras Europa los resucitaba.
¿No pareciera que los gobernantes nuestros tienen cierta fobia por los rieles? Eso parece, porque mientras se derriten hablando de las autopistas cierran la bocas para pronunciar, solamente pronunciar, la palabra ferrocarril.
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