Saber hacia dónde dirigirse al momento de terminar la secundaria o en cualquier época de la vida, es un interrogante al que se le puede encontrar una respuesta oportuna, a través de herramientas dirigidas por profesionales, como los test de orientación profesional y vocacional.
Para ello, los psicoterapeutas de las instituciones educativas ofrecen diversas pruebas estándar para aplicar no sólo en el grado 11 sino en cualquier etapa de la vida. No obstante, la elección de una u otra depende de lo que busque descubrir cada persona.
"Con los test se busca apoyar a los jóvenes en el reconocimiento de sus propias aptitudes, intereses vocacionales y de personalidad, para facilitarles la elección vocacional y profesional", explica Carmen Lucía Villa Uribe , auxiliar de los laboratorios de Psicología de la Universidad de San Buenaventura (USB).
Jennifer Arroyave Echeverri , estudiante de primer semestre de Uniminuto, opina que éstos brindan al alumno la orientación para saber qué es lo que quiere, conocer sus capacidades, en qué se puede desempeñar, e investigar sobre el programa que le llama la atención y las universidades donde se ofrece.
Tipos de pruebas
Según Melbin Velásquez , psicoorientadora del Departamento de Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad de la Universidad de Antioquia, las pruebas más aplicadas son la 16 PF o Cuestionario Factorial de Personalidad y la prueba de Kuder-C, que es el Registro de Preferencias Vocacionales.
"La primera evalúa con más de 100 ítems, aspectos de la personalidad y del comportamiento y, de acuerdo con ellos, se utiliza una aplicación en nuestro medio para la orientación de las carreras. La segunda cuenta con más de 500 actividades agrupadas, y evalúa campos de preferencia relacionados con el aire libre, el cálculo, lo asistencial, lo administrativo, entre otros que se asocian luego a distintas carreras", indica.
Utilidad
La psicóloga de la USB asegura que las pruebas pueden ser una herramienta confiable y válida para definir la carrera, en tanto permiten medir ciertos factores psicológicos y de personalidad para evaluar las aptitudes e intereses vocacionales, desde lo medible y lo cuantificable, aunque también se deben ofrecer recomendaciones personalizadas sobre lo que se considere más adecuado para los jóvenes.
Por su parte, Velásquez afirma que son un apoyo en el proceso de toma de decisiones cuando los individuos a los que se les aplican pueden dar cuenta con claridad de sus habilidades e intereses. "No son tan confiables cuando no saben qué les gusta hacer, cuando no hay un proyecto de vida definido, o cuando se tiene un estado de confusión o depresión", concluye.
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