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Tibia diplomacia

  • Tibia diplomacia
09 de junio de 2013
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La tibieza es conocida como una enfermedad en el ámbito espiritual que expresa desidia, pereza y falta de fervor. Aplicando este término en lo terrenal, podríamos decir que la tibieza es la ausencia de carácter para definirse en lo “caliente” o en lo “frío” y, por el contrario, acomodarse en una posición blanda y fácil que no implique mayor esfuerzo o sacrificio.

De tibieza parece sufrir la diplomacia colombiana, la cual cae en el peligroso juego de no definir su carácter sino de andar deambulando en sinuosas posiciones acomodadas a una política exterior ambigua a merced de los intereses políticos del gobernante de turno y no al servicio de los intereses nacionales.

Nuestra diplomacia raya en ocasiones con la frivolidad y la inutilidad propias de la tibieza. La falta de carácter y de definición hace que sus efectos sean bastante gaseosos. Colombia no puede jugar a ser Suiza, a Santos no le queda bien el papel de Gandhi ni a la Canciller Holguín el de la Madre Teresa de Calcuta. 

Colombia se encuentra en medio de un vecindario hostil y mal relacionado en el que manejar una diplomacia ambivalente y apaciguada poco o nada nos conviene. Y para demostrar esto, sólo basta con observar cómo son de frágiles las relaciones con el ilegitimo gobierno venezolano, el cual por la visita de Capriles a la Casa de Nariño, puso en jaque las insignificantes relaciones bilaterales que aún se mantienen. Pero a Maduro no pareciéndole suficiente con eso, cuestionó además las aspiraciones de Colombia de ingresar a la OTAN. Cuando los colombianos esperábamos una respuesta contundente de la Cancillería colombiana haciendo defender nuestra soberanía, lo que vimos fue nuevamente la tibieza que caracteriza a nuestra diplomacia, al salir Santos prácticamente a pedir perdón en sus declaraciones. ¿Acaso alguna vez se le ha cuestionado al régimen chavista sus relaciones con Irán, Rusia, Siria o Corea del Norte?.

¿Qué esperar de un gobierno que encamina su diplomacia a tener relaciones simultaneas con Dios y con el diablo? Una Cancillería que se ha tomado más de seis meses en defender nuestro territorio y nuestra soberanía sobre el mar de San Andrés arrebatado por un fallo injusto, una Cancillería que no hace respetar las dignidades de los expresidentes del país ante insultos de gobernantes vecinos, una Cancillería con participación activa en foros ideológicos promovidos por el Socialismo del siglo XXI como Unasur y el Alba, una Cancillería de muchos cocteles y veladas, pero de poco sentido patrio.

Para la muestra, un botón: Santos viajó simultáneamente a Palestina e Israel queriendo aparecer como redentor ante un conflicto que poco tiene que ver con el que trata de resolver infructuosamente en Cuba, poniendo la diplomacia a su servicio y posar así de “pacifista” ante el mundo, en su carrera por el Nobel de Paz. Qué tibieza.

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