En el mundo de hoy somos sujetos que vivimos con poco tiempo. O es tal vez lo que la modernidad desea hacernos pensar. Entre realizar las funciones básicas para subsistir y educarnos, el tiempo dedicado a la interiorización del ser se reduce, generando personas que lejos de preguntarse a sí mismas cómo están, se fijan con mayor facilidad en el defecto ajeno que en el propio.
Parto de esta tesis, pues veo que mi generación, lastimosamente, así se comporta. Con la inmediatez de las redes sociales se abren las puertas virtuales de la vida de los otros, "una vida en la pantalla".
El tiempo juega un papel en contra de la confianza, por lo tanto los seres humanos cada vez son esquivos, escépticos, fríos y sin sentimientos.
En este tiempo voraz se transforman las colectividades del planeta en habitantes de "ciudades invisibles", esas que desgraciadamente viven ocupadas en deshacerse de lo que no les interesa; es así como la utilización de algo por un tiempo determinado hasta que se haga trizas genera goce y satisfacción en los seres que ni siquiera se detienen a agradecer lo que tienen.
Por otro lado, el síndrome de la impaciencia se ha convertido en una circunstancia intolerable. En un principio el tiempo era considerado como un tesoro. Con el pasar de los años se considera que el tiempo es un fastidio ¿Por qué se da este fenómeno? Por la inmediatez con que el hombre quiere todo. En este sentido la educación se ve afectada puesto que es vista como un producto y no como un proceso.
Otro punto de debate es el conocimiento, el cual es desprestigiado siendo comparado con cualquier software que se instala, se utiliza y se desecha en la medida que no es usado; el conocimiento del siglo XXI debe generar procesos emancipatorios, que lleven al sujeto a la liberación ¿Somos capaces de retar el conocimiento y crear nuevos procesos de pensamiento? El reto es generar ideas y dejar de hacer réplicas retóricas de planteamientos pasados.
La memoria dentro de los retos que afronta la educación y la sociedad actual se inhabilita, pues se vende la diferencia y no la semejanza. Y es aquí donde se asume el desafío de saber llegar a los puntos de la memoria en el mundo iconográfico. Causar impactos de larga duración que permitan a las futuras sociedades crecer en comunidad.
*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni de las universidades vinculadas con el proyecto.
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