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“Tienes que ser lo que tu eres”, le dice Martha a ‘Zulua’

Culminamos hoy la serie de entrevistas con las esposas y esposos de los candidatos a la Presidencia, con Martha Ligia Martínez, la esposa de Óscar Iván Zuluaga.

  • "Tienes que ser lo que tu eres", le dice Martha a ‘Zulua’ | Martha Ligia le ha preguntado su esposo, en caso de llegar a la Presidencia, "qué va a pasar con nuestra intimidad, nuestra familia, nuestra sencillez, esta vida tan chévere, tan tranquila. ¡No creas… Esto tiene su cuota de sacrificio". FOTOS DONALDO ZULUAGA
    "Tienes que ser lo que tu eres", le dice Martha a ‘Zulua’ | Martha Ligia le ha preguntado su esposo, en caso de llegar a la Presidencia, "qué va a pasar con nuestra intimidad, nuestra familia, nuestra sencillez, esta vida tan chévere, tan tranquila. ¡No creas… Esto tiene su cuota de sacrificio". FOTOS DONALDO ZULUAGA
09 de mayo de 2014
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Agendar una entrevista tranquila con la esposa de Óscar Iván Zuluaga fue un reto, no porque no estuviera dispuesta, sino porque su agenda de campaña es tan activa como la de su marido.
De ADN paisa, pero nacida en Barranquilla, un sábado de carnaval, esta mujer lleva la música y la sabrosura del Caribe en la sangre. Llena de anécdotas, las de contar y las de no contar, no para de reírse, incluso de ella misma.
Enamorada de su marido -como es- desde el día que bailó con “Zulua” por primera vez, supo que era el “príncipe azul” con el que se casaría, tal como se lo contó a su mamá la noche en que lo conoció.
Hoy vive la campaña con intensidad, pero con temor a que “la vida sencilla y chévere” que ha construido con su familia, una Presidencia les puede cambiar.

¿Quién es Martha Ligia Martínez, la persona qué hay detrás de ese nombre?

Nací en Barranquilla, un primero de marzo, un sábado de carnaval, o sea más barranquillera pa dónde. De papás antioqueños, una familia de seis hermanos, muy sencilla. En mi casa había muchas privaciones, pero mi papá siempre nos hizo sentir como los más ricos del mundo, no solo por el afecto, sino que nos llevaba a pasear siempre, nos sacaba a comer. Ahora grandes es que sabemos las historias de lo que era el trabajo para levantar seis hijos. Cuando hablo de familia hablo del ejemplo de unos papás que no tuvieron una vida perfecta pero que lo dieron por todo sus hijos. Y hoy cuando los miro, con 56 años de casados, yo digo: valió la pena el esfuerzo que hizo mi mamá para aguantar a ese hombre que era un volcán, con una energía impresionante. Mi papá tiene más energía y más vida que tú y yo, tiene 82 años, es un cuenta chistes, un amiguero. A mi mamá le tocó duro y con todos estos chiquitos, pero hoy es la más expresiva, la más amorosa. Ahorita le dije: mamá voy para una entrevista y me dijo: tranquila mija, el Espíritu Santo la ilumine, allá debe estar con la velita prendida rezándole a la Virgen.

¿Tenía susto por la entrevista?

No, susto no, digamos que cada vez que uno se va a exponer, finalmente está es comprometiendo al candidato. Yo me tengo mucha confianza y sé quién soy, qué puedo hablar y qué puedo hacer. Me eduqué allá en Barranquilla, en un colegio de monjas. Siempre fui de las mejores estudiantes, pero andaba con las más locas de la clase. Vivíamos castigadas, las monjas no lo podían creer, pero fue una historia muy bonita porque además era amiga de todas las compañeras. Yo trabajaba desde cuarto de bachillerato en el almacén de calzado de una de mis mejores amigas, un almacén muy famoso, los Acevedo -antioqueños también-, Lina Jaramillo de Acevedo. Y cuando yo vendía un par de zapatos, esa felicidad, un triunfo total. Siempre he trabajado, me ha gustado generar mis propios ingresos. Ingresé a la universidad a estudiar de noche Administración de Empresas y trabajaba de día como secretaria en una oficina en el centro. Aguanté el primer semestre y en las vacaciones me enfermé. Una enfermedad bien complicada de riñones, que me trataron aquí en Medellín. Regresé a Barranquilla y me pasé a la Universidad del Norte y busqué trabajo dentro de la Universidad, en la oficina de Planeación. Me siento muy orgullosa de haber participado en ese proceso de planeación de la Universidad hace casi 30 años. Era una planeación a 25 años y hacía parte de la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales. Óscar Iván había sido presidente de esa Asociación y en Barranquilla iba a haber un Congreso y bueno, me pareció fabuloso y ahí lo conocí.

Le pedí a la universidad que el último semestre de práctica me dejara hacerlo en Bogotá, porque yo decía: yo me voy a casar. Todavía no me había propuesto matrimonio. Y me fui a vivir a la casa de la mejor amiga de Óscar Iván. Fue una etapa maravillosa, y conseguí la práctica en una empresa, Helicol -filial de Avianca-. Trabajé allí hasta el 23 de julio del 89, hasta un día antes de que naciera mi primer hijo David. Con ese trabajo me compré mi primer carro, un Renault 4 rojo, de segunda.

Óscar Iván y yo planeamos solos la boda y dijimos: bueno, vamos a hacer algo totalmente distinto. Un matrimonio en que vamos papá, mamá, hermanos, tus amigos, mis amigos, nuestros amigos en común. Fue un matrimonio sensacional, lo más lindo, la luna de miel fue un mes en Suramérica. Siempre ha primado lo sencillo y vale más estar juntos, contentos y dar un regalo de experiencias y no de dinero. Después de que nació David, quedo embarazada de nuevo a los seis meses, de Esteban, y después llegó la alcaldía de Óscar Iván. Nos fuimos a vivir a Pensilvania. ¿Y qué pasa en Pensilvania conmigo? Llego a un pueblo que no tiene ni un teatro y yo soy súper aficionada al cine. Pero este hombre estaba tan feliz, tan feliz, que yo dije: bueno esto es una oportunidad porque con estos dos hijos tan chiquitos, sin poder trabajar, chévere estar como en una finca grande cuidando los hijos. Y con esa mentalidad me fui porque siempre he pensado que frente a las situaciones de la vida es mejor, que las que no puedes cambiar, aceptarlas y disfrutarlas. Fue la etapa más linda de mi vida porque la gente te recibe con ese cariño y me metí a manejar una fundación que había creado la familia de Óscar, a raíz de un buen amigo que habían asesinado, se llamaba la fundación Darío Maya, con el modelo de la Fundación Carvajal en capacitación, asesoría, muy completo. Con la alcaldía de Óscar conseguimos un convenio con Canadá y con el apoyo del Sena montamos un centro de capacitación de desarrollo productivo para la madera. Se crearon carreras intermedias alrededor de la madera, industrialización de la madera, administración comercial. Y luego nos metimos en Fundaempresa que era de Cali. Hicimos todo el diseño de nuestra empresa con estilo de mercado, procesos, tiempos y movimientos, fue tan bonito e hicimos constituir la sociedad hace 24 años.

Me ha contado un poco la parte anecdótica de su vida y del pasado. Yo quiero saber ¿quién es usted hoy?

Ok. Martha Ligia es una mujer súper alegre, espontánea, relajada, todo el mundo se ríe de cómo voy a hacer yo el día que sea primera dama por el tema de protocolo. Soy muy tranquila, relajada, se me olvidan muchas cosas, soy desordenada, no en mi closet, no en ese tipo de cosas. Desordenada en información, soy llena de papelitos. A mi Óscar me regala agendas, me pone corchos, él quisiera organizarme y no puede. A mí nadie me organiza, pero yo todo lo tengo aquí, lo ejecuto, lo hago, cometo errores con los nombres por ejemplo, fatal, eso es horrible. Yo le digo a Sarita: Tú anota todo y me vas diciendo. No le tengo miedo a eso, porque finalmente uno es así, uno no es perfecto, yo creo que todos en la vida, el uno se equivoca de una manera, el otro de otra, pero soy disciplinada, por ejemplo en levantarme, hacer ejercicio, tengo una conciencia del tema de la alimentación, del cuerpo, sin ser obsesiva. Soy delgada por naturaleza. He sido flaca desde chiquita, y además flaca con dolor porque en la época en que yo tenía 17 años me tenía que vestir con ropa de niña. A mí el ajetreo me adelgaza mucho, entonces tengo que comer para mantenerme, el otro extremo.

¿Cuénteme sus creencias espirituales?

Yo nací con una familia católica, de tradición. Mi mamá es una mujer que siempre nos dio mucho, sin nunca exigirnos que teníamos que ir a misa. Toda la vida la hemos visto preparando niños pobres para la primera comunión, mi mamá es de las que le lleva la comunión a los enfermos. Mis suegros venden empanadas a la salida de la iglesia del Chicó en Bogotá y mi suegra toda la vida ha hecho voluntariado, es lo único que sabe hacer. Así ha sido mi mamá. Pienso que eso va influyendo y hace unos siete años hice un retiro espiritual de laicos y la verdad fue una experiencia que me tocó. Entonces me volví servidora dentro de estos retiros. Hoy en día vamos a las cárceles. Es un ejercicio que lo hemos ido llevando a ciertas comunidades vulnerables y realmente que la experiencia de encontrar a Dios y reconciliarse con uno mismo, se sale muy fortalecido. Eso es lo que me ha parecido más importante. Esa es otra faceta de mi vida que le da fortaleza a este proceso.

¿Qué la saca de casillas?

La mentira. La mentira me duele muchísimo. Yo prefiero que me digan la verdad de frente. La mentira no debería existir, no es válida. Eso me enfurece.

¿Qué la hace reír?

Muchas cosas. Yo me rio muchísimo de mi misma. Me río muy fácil, además mis carcajadas son bullosas, exageradas. Un buen chiste me hace reír. Inclusive las tiras cómicas en las que se burlan de Óscar a mí me hacen soltar una carcajada. El día de la cajita...en la que no se aceptan devoluciones y sale Óscar Iván en una cajita, yo me reí a carcajadas. O cuando pintaron la familia Monster y pusieron a Martha Lucía y a Óscar Iván con el peinadito y el otro Herman Monster era Peñalosa, eso es un genio. Frente a eso suelto una carcajada. Pero de mi misma me río mucho contando las historias de las cosas que yo digo o hago, me río mucho.

¿Cuál anécdota familiar tiene de esas que no puede contar porque cada que la cuenta empieza a reír otra vez y no es capaz de parar?

Hay muchas, porque mis hijos, los tres, son unos imitadores de miedo. En diciembre nos reunimos con la familia de Óscar Iván y para el 31 siempre hay shows, nos inventamos algo y siempre sale fabuloso porque involucramos a los viejos, a los medianos, a los chiquitos. ¡Pero cuando mis hijos están actuando! Hacen el show de Laura en América, no, no, es que tu no paras de reírte. En la casa somos muy burleteros, la verdad, el uno del otro, entre todos, o sea Óscar Iván además les cambia los nombres, Óscar es tan simple a veces en las frases que dice, en los comentarios, que él tiene unas frasecitas que mis hijos se pueden morir de la risa. Nos podemos sentar y reírnos mucho de todo eso.

¿Y qué anécdota recuerda así bastante?

Íbamos en carretera para Barranquilla y paramos en un criadero de iguanas y de cocodrilos. En mi casa nunca ha habido mascota y hemos comprado una lagartija de esas. La metieron en una cajita de cartón, a mí me daba pánico. Entonces les dije a mis hijos: pongan la lagartija en el baúl. Hicimos concurso de nombres, nos imaginábamos de dónde la íbamos a amarrar, quién la iba a sacar al parque, qué comía, no sé qué. De pronto se sale la lagartija de la caja en el carro y empezamos todos a gritar, casi nos estrellamos. Nos bajamos todos y a Óscar le tocó coger la lagartija y meterla en la caja. La volvimos a meter en la caja y otra vez al baúl. Vuelve y se sale y otra vez la gritería. Óscar se bajó y dijo: adiós, pa tu hábitat, pun y la tiró pal monte y la lagartija se fue. Y después todos los pelaos llorando porque la mascota nos duró media hora. Con esa historia nos morimos de la risa porque allá está en su hábitat.

¿Qué la entristece?

Muchas cosas. Lloro fácil. Con el dolor de los otros, con la enfermedad de mis hijos he tenido en algún momento un problema de salud complicado.

¿Con quién?

Con Esteban. Él tuvo una artritis muy fuerte a los 15 años y llegó a quedarse en silla de ruedas, fueron dos años muy duros y no me quiero ni acordar de eso…”

¿Hoy cómo está?

Perfecto.

¿Qué la conmueve?

Ahora que he estado recorriendo el país, ¿sabe qué me conmueve muchísimo? Los ancianos abandonados en la calle. Estuve en Palmira y fui a un ancianato. Ahí son ancianitos que abandonan los hospitales en la calle. Además ellos son divinos, sin dientes, pero se ríen, son como niños. Yo digo que ya en el Estado deberíamos estar haciendo,-yo no sé cómo llamarlos- jardines infantiles para ellos. Porque ellos vuelven a ser niños. Ellos necesitan una banquita, un espacio dónde hacer ejercicio, jugar, algo verde, una sombra de un árbol, un cuidado de enfermera como si fueran bebés, otra vez de pañales, y les gusta el juego. Yo creo que a ellos les ponen un payaso y se ríen. Les gusta es eso. Entonces ese abandono de la tercera edad me parece dramático porque hemos visualizado mucho a los niños, a las mujeres cabezas de familia, son mujeres que están saludables y pueden salir a trabajar y todo, pero el tema de los viejitos ha sido una labor muy de comunidades religiosas y de voluntarios.

En esos momentos de tristeza ¿cómo se ayuda?

Buenos cuando uno tiene fe, uno pone todo en manos de Dios. La verdad es que frente a la adversidad siempre he estado ahí. Tengo unos grupos de amigas maravillosas, que he construido a lo largo de mi vida. Entonces siempre contar, mi mamá, mi hermana, nosotros los seis hermanos somos súper unidos. Frente a la alegría de cualquiera -ese aparatico WhatsApp- es una maravilla pa eso- pues yo tengo un hermano en España, otro en Estados Unidos, el otro en Montería, otro en Barranquilla y dos estamos en Bogotá, pero podemos estar enterados de los logros, triunfos, del uno o del otro, o de la enfermedad o del problema o de la quiebra del otro. Mi red de apoyo principal es mi familia, mis papás, mi mamá.

¿Cuáles son sus aficiones?

Me gusta leer. Hace rato que no me leo una novela. Tengo una empezada de Alice Munro, la canadiense que ganó el Nobel. Me estoy leyendo La vida de las mujeres, es sensacional. Me gusta el cine, me encanta.

¿Va a cine o lo ve en su casa?

No, me gusta ir a la sala de cine y comparto esa afición con mi hermana. Entonces como Óscar viaja tanto, sale tanto, nunca me he angustiado por eso. Yo me sé disfrutar esos espacios. Nosotras somos de las que vamos a cine un domingo a las 3 :00de la tarde, sin problema. Tengo otra gran amiga que es sicóloga, una mujer muy culta en la literatura, en el cine, en la música. Me gusta compartir mucho con ella. Es una mujer muy sola, pero ahí nos tenemos y nos acompañamos. Vamos a cine de noche. Y voy a cine sola. En Bogotá hay una sala de cine -Cinemanía- que son pequeñas y uno se siente muy tranquilo, entonces si no hay con quién me voy sola, el cine me encanta.

¿Qué otros hobbies tiene además de leer y el cine?

Yo jugaba tenis. Me encantaba, pero me dio tendinitis y lo tuve que suspender, entonces por eso hoy en día hago ejercicio. Bailar. Ufff ya me sacaron en un noticiero bailando, Vicky Dávila. Estábamos con Óscar en la plaza Alfonso López, a mí me fascina el vallenato, me muero. Mejor dicho, a mí todo me gusta. Chiquita iba a una escuela de baile. Me encanta bailar. Yo creo que yo soñaba con ser bailarina y seguramente esas películas en esos shows que todos bailan al tiempo, yo me imaginaba ahí y creo que lo hubiera podido hacer y me lo hubiera gozado toda la vida. Entonces yo oigo música y tú no sabes. Hace poco, en Valledupar, estábamos en el festival y suena un vallenato de esos sensacionales, entonces saco a bailar a Zulua y le digo: ese sí bailémoslo en el pasto, pero ya no puedo cerrar los ojos (a mí me gusta así porque así siento la música) y entonces me dice: yo los tengo cerrados hace rato. Es que Óscar, siendo del interior, me ha cogido el ritmo a mí y nos entendemos bien bailando y además, con instrucción: ¡no te muevas tanto, deja el hombro quieto!

Hablando de música, ¿cuáles son los vallenatos que a le ponen y el corazón se le sale?

La verdad es que Diomedes tiene unas letras preciosas, pero yo no me las memorizo. El primer disco que me regaló Óscar fue de José Feliciano. Yo lo oigo y me quiero morir. Pero es que yo creo que las mujeres vivimos mucho de los recuerdos, de esa música, de los olores. Tuve una época en que era Roberto Carlos...Y fui a verlo cuando vino a Bogotá y es el único concierto en el que yo he llorado, cada canción que él empezaba, me quería morir, Detalles, Cóncavo y Convexo. Soy muy sensible. David toca piano y se toca unas piezas que me llegan al alma.

Pasemos a los detalles, ¿cuál es esa foto especial que tiene?

Hay una foto cuando Óscar y yo éramos novios. Mi primera visita a Bogotá. Yo no tenía saco y tengo un saco de él. Estábamos con un amigo español aficionado a la fotografía -Óscar es aficionado a la fotografía también- y tenía cámara, trípode. Y fuimos a Monserrate por la circunvalar. En esa subida tenemos unas fotos muy lindas y ese amor con Óscar que fue a primera vista fue tan fuerte, tan fuerte. Esa foto me recuerda ese sentimiento.

¿Y cuál es el mejor gesto de Óscar Iván, ese gesto que sólo usted conoce o que quiere captar con una cámara?

Yo siento que él es un hombre profundamente enamorado de mí y él tiene una mirada para mí muy especial. Se la conozco desde que empezó esta relación.

Una de las cosas más difíciles de manejar es la exposición al público de los hijos. Ha habido casos en que las familias presidenciales han expuesto sus hijos. ¿Cuál es la posición de ustedes, lo han consultado con ellos?

Pues mira, creo que estamos en un momento afortunado porque los hijos están en unas edades, unas situaciones bien interesantes: uno, que David está en su doctorado, son cinco años. Terminó su primer año, luego le faltan 4. Chuliado. Esteban terminó Comunicación de Medios Audiovisuales. Tiene que hacer una práctica y los brasileros que están asesorando a Óscar en publicidad y televisión, lo invitaron a que se vaya con ellos a hacer su práctica a Brasil. Y Juliana está en primer semestre en la Universidad de los Andes, es la niña más expuesta. Ella quiere dedicarse a la filantropía, o sea, ella quiere salvar el mundo y no hay una carrera en Colombia sobre eso. Entonces ella está explorando en Los Andes qué estudio que la haga profesional y que pueda hacer bien cualquier trabajo en una ONG. Y hay una amiga que le ha contado que en Inglaterra sí existe la carrera y está explorándolo. Entonces no sabemos. Claro, a mis hijos no les gusta. Esta semana cuando Óscar subió al 20% (en intención de voto) le decía: Zulua, qué va a pasar con nuestra intimidad, nuestra familia, nuestra sencillez, esta vida tan chévere, tan tranquila. ¡No creas! Esto tiene su cuota de sacrificio, pero al mismo tiempo uno tiene que estar agradecido con la vida, con las oportunidades, o sea, esto es una oportunidad que la tienen muy poquitas personas, conocer el país, conocer tanta gente, ayudar, construir.

¿Cuál es la rutina familiar que más valora?

Los domingos me encanta porque yo les hago el desayuno. Entonces ese día los huevitos son los mejores, todos les parece lo mejor. Y ellos ayudan a lavar, a limpiar. Generalmente hacemos ejercicio en la época en que íbamos al Club con los niños. Ahora vamos Óscar y yo al gimnasio. Ya no, ni eso, pero digamos que lo hicimos hasta hace poco. El domingo ha sido para esas rutinas chéveres, de ir a misa, a veces almorzamos nosotros cinco, pero en la noche siempre, siempre, vamos donde mis suegros. Allá es como el remate de la tarde. En la tarde si yo me voy al cine, Óscar se echa una siesta o ve un partido de fútbol donde su mamá.

¿Cuáles son las ideas políticas que tiene?

Creo que hay que seguir trabajando en lo que hay. Pienso que se pierde tiempo en el desgaste que a veces se da de un gobierno a otro creyendo que se está innovando en lo social o en el cambio de nombres o en el cambio de imagen. Ayer por ejemplo estuve con Lina Moreno y le pregunté de lo que ella hacía y cómo lo estructuró. No sé ahorita Tutina. Sé que se ha hecho más visible el programa de Cero a cinco. Eso es un programa que no debe desaparecer. Siempre vamos a tener primera infancia, niños en condiciones vulnerables, pobres. A mí me gusta aprender de lo que han hecho los anteriores. Retomar, seguir. Pero estoy en este momento muy sensible con dos temas: el embarazo adolescente y lo que tiene que ver con el cuidado del niño del adolescente. Muchas violaciones, mucho maltrato, violencia no denunciada, violencia a veces consentida por las mamás, abusos permanentes y eso me parece que son esos temas que no se pueden dejar ahí sino que hay que afrontar desde la justicia, desde la asesoría, desde el acompañamiento, desde la escuela, desde el hogar. El tema de la familia, cuando uno habla de familia y valores, a veces suena muy de cajón y como que todo el mundo no nombra eso, pero es que es muy profundo porque ahí está el origen de todo. Entonces a veces me imagino a cada mamá saliendo del hospital con su bebé recién nacido y con un manual debajo del brazo que le diga cómo ser buen papá y buena mamá, tomar conciencia de la importancia del afecto, del cuidado. Esa responsabilidad tan grande en esa etapa de la vida de los cero a los cinco, que es cuando se da todo el desarrollo emocional, cuando se estimula todas las posibilidades para el conocimiento. Entonces a mí me parece interesante campañas en ese sentido. ¿Cómo? No tengo ni idea, pero todo lo que vaya dirigido por ahí me gusta. Y el otro tema es lo de la tercera edad que me tiene bien impactada.

¿Cuáles son las tres ideas de Óscar Iván que le parecen campeonas?

La educación, todo lo que tiene que ver con la educación. Ayer lo validé con la fundación que fui a conocer que se llama Golondrinas. Tres puntos importantísimos. Una: La jornada única como una condición importantísima para aprovechar el tiempo en arte, cultura, deporte con disciplina para que estos jóvenes encuentren otras opciones de vida y tengan proyectos de vida alrededor de las artes. El tema de la salud me parece fundamental y eso toca a todo el mundo y definitivamente hay que mejorarlo. Y cuando Óscar habla de la familia y de la mujer, ahí tenemos identidad total.

¿Y en cuál punto no está de acuerdo con él?

Hay un tema, que es todo lo asistencial como Familias en Acción, en el que me cuestiono cosas porque a veces en la calle uno oye que hacen trampa, que la gente se vuelve perezosa. Me falta profundizar ese tema, quisiera tener más herramientas y elementos para hacer alguna crítica. Digamos que se habla de que realmente la pobreza se redujo, pero ojalá tuviéramos otros caminos que fueran más de oportunidades y no de asistencia.

¿Qué piensa del tono entre Uribe y Santos y qué consejos le ha dado a Óscar Iván sobre eso?

En ese sentido digamos que a mí no me gusta la confrontación por naturaleza. Soy muy tranquila y siempre he vivido en un ambiente muy pacífico, empezando porque Óscar es un hombre súper tranquilo. A veces cuando le dicen: tienes que ser más enérgico. Yo le digo: tienes que ser lo que tú eres. O sea ningún consejo ahí es válido. Y a lo mejor uno los puede entender desde su posición, desde la percepción que cada uno tiene. El uno se sintió traicionado, el otro puede estar convencido que ese es el camino para la paz. Entonces cuando tú tienes posiciones diferentes, las expones, el tonito es lo que hace la diferencia, pero eso es respetable en el estilo de cada cual.

¿Y qué le dice a quienes afirman que Óscar Iván no tiene identidad propia?

Que no lo conocen.

Cuando lo conoció, ¿en qué momento dijo: este hombre me fascina, y en qué momento dijo, me caso?

Yo lo conozco en un congreso que dura tres días. Y la primera noche él me sacó a bailar y me gustó porque lo hacía bien, chévere. Al día siguiente veo la capacidad de oratoria de este hombre. Él era el líder dentro de la organización. Su figura física me gustó, me gustó bastante. Y además él se fijó en mí esa primera noche, no se me despegó, estuvo al lado mío todo el tiempo. Y hablamos mucho y bailamos, la atracción fue total. Después de ese fin de semana, llegué a mi casa y le dije a mi mamá: conocí a mi príncipe azul, me voy a casar con él.

¿Cómo mantiene la magia, cómo la va a mantener?

En eso soy muy simple. Yo creo que el amor está ahí vivísimo y lo demás viene por añadidura. Uno termina finalmente ajustándose. Creo que herramientas como esa de escaparnos cada año los dos a revitalizar, eso siempre fue para nosotros importantísimo. No sé qué tan posible sea ahora.

¿Cuánto tiempo se escapan?

Una semana. Siempre, así tuviéramos chiquitos. Cada año y eso es clave. Uno llega recargado y puede aguantar otro año de sequía, pero uno sabe que está ahí firme y que la cosa es profunda. Admiro a Óscar mucho y él es tan afectuoso. Así no nos veamos, esa llamada a primera hora a las 6:00 de la mañana: ¿qué hubo mi amor, cómo amaneciste? ahí está, no es más, todo lo demás viene por añadidura.

¿Qué le diría si gana las elecciones?

Que se lo merece, es un triunfo trabajado. Porque la carrera de Óscar ha sido larga, ha sido paso a paso. Él es un hombre persistente, sin obsesiones. Tenemos muy claro que se puede ganar o se puede perder y que en cualquiera de las dos, el camino ha sido maravilloso, el aprendizaje ha sido increíble. Ser candidato presidencial es ya una cosa importantísima. Entonces sé que será como un reconocimiento a todo esto que se ha trabajado y que empieza una etapa de la vida distinta. Me lo imagino tan feliz como cuando lo vi como alcalde en Pensilvania o sea realizando un sueño.

¿Qué le diría si pierde?

Que estoy contigo. Seguimos. No ha pasado nada.

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