Tres genes ayudarían a explicar la forma en que las células del cáncer de pecho superan una barrera natural del organismo para introducirse en el cerebro, según reveló un experimento efectuado sobre ratones.
Ya se había demostrado que dos de los genes, el COX2 y el HB-EGF, contribuían a la extensión tumoral a los pulmones, según informó el equipo de científicos, liderado por el español Joan Massagué, en la revista Nature.
El tercer gen en cuestión, ST6GALNAC5, parece recubrir la capa exterior de las células cancerígenas volviéndolas pegajosas, lo que les permite permanecer en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro lo suficiente para filtrarse y entrar en el tejido cerebral.
"Nuestra investigación arroja luz sobre el papel que desempeñan estos genes en determinar cómo las células del cáncer de pecho se liberan y, una vez que tienen movilidad, cómo deciden dónde atacar", escribió en un comunicado Massagué, del Centro de Cáncer Memorial Sloan-Kettering en Nueva York e investigador del Instituto de Medicina Howard Hughes.
Cuando el cáncer de mama se extiende al cerebro, debe pasar a través de una densa red de capilares que constituyen la denominada barrera hematoencefálica.
Esta barrera natural ayuda a evitar que las toxinas de la sangre lleguen al tejido cerebral. No obstante, algunos cánceres avanzados consiguen romper esta barrera años después de que el tumor original fue extirpado.
Para estudiar cómo sucede esto, Massagué, Paula Bos y otros colaboradores utilizaron células cancerígenas de pacientes cuyo cáncer de pecho había derivado en metástasis. Los expertos inyectaron esas células a ratones y aislaron las que podían extenderse en el cerebro de los roedores.
También analizaron qué genes en las células de los ratones y de las personas eran los más activos.
Los genes COX2 y HB-EGF parecen hacer más móviles e invasivas a las células cancerígenas, según detectaron los investigadores, mientras que el ST6GALNAC5 parece causar una reacción química que recubre las células cancerígenas, volviéndolas pegajosas.
Massagué indicó que podría ser posible fabricar fármacos para bloquear este proceso.
El cáncer de mama es el de mayor mortalidad entre las mujeres de todo el mundo. Se diagnostica a 1,2 millones de personas al año y causa la muerte de unas 500.000.