Con honores militares fueron sepultados ayer los cuatro soldados antioqueños que murieron en un ataque de las Farc a un grupo de uniformados que prestaban tareas de seguridad a erradicadores de coca en el corregimiento La Paz, de Calamar, en Guaviare.
"Es muy triste ver que todos los días son los jóvenes humildes los que caen en este conflicto, sean del bando que sean, siempre son los más jóvenes y los más pobres", dijo ayer John Aníbal Isaza, conmovido por la muerte de su sobrino, el soldado profesional Luis Orlando Isaza, quien llevaba 11 meses como soldado profesional.
La madre de Luis Orlando, Doris Ofelia Rendón, se mostró resignada con la muerte de su segundo hijo. "Él me había preparado para esto, les decía a los hermanos que me cuidaran que en cualquier momento algo malo le podía pasar".
Luis Orlando tenía 23 años y en enero del próximo año se casaría con su novia Claudia Arango, con quien llevaba cerca de dos años y medio de noviazgo.
"A él le encantaba vivir así, como vivía, en el monte", dice su mamá, a quien el soldado le había prometido comprarle los muebles y electrodomésticos para su nueva casa, en su natal Pueblo Rico, que le entregarán en menos de dos meses.
"Él siempre nos aconsejaba mucho, era muy alegre, le encantaban los vallenatos, cuando venía de permiso llegaba la alegría a la casa", así describe su hermano menor, Édison Correa, al soldado muerto en el ataque de las Farc en Guaviare.
Ayer también fueron sepultados los soldados antioqueños Uriel Adolfo Foronda de 22 años, en Pueblo Rico; y José Luis Loaiza, de 22 años, quien fue sepultado en Sopetrán.
En Medellín, los familiares del soldado Ovidio Elías Martínez sepultaron sus restos mortales en el Cementerio de San Pedro y recibieron entre llantos la bandera de Colombia que les entregó el Ejército Nacional.
Entre los acompañantes a la última morada de Ovidio Elías se encontraba su hermano Daniel Martínez, quien como él le sirve a la Patria como soldado.
"Hace un año y medio no nos veíamos, yo estoy prestando servicio militar en Dabeiba y no habíamos coincidido con los permisos", cuenta Daniel, quien después del accidente que le quitó la vida a su hermano y a cinco soldados más, confiesa sentir miedo de volver.
"La última vez que nos vimos me dijo que siguiera para adelante, pero que las cosas estaban muy duras, que después de prestar servicio mejor buscara trabajo".
Luego de los cinco días de permiso que le da el Ejército por calamidad doméstica, Daniel regresará a cargar su fusil.
"Después de esto mi mamá vivirá más preocupada, ella no va a querer perder a un hijo más por esta guerra".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6