Con el vivo recuerdo de su familia, de esa niñez en la que creció jugando en las montañas antioqueñas, respirando aire fresco, desayunando con arepa y chocolate, almorzando con frijoles y chicharrón y rezando el rosario con sus abuelos en el pueblo de Donmatías, hoy el colombiano Juan Camilo Martínez está lejos de su tierra y aunque extraña todo eso se desempeña como una de las mentes más brillantes de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Desde muy pequeño Juan Camilo dejó atrás su país, pero no sus recuerdos y jamás sus raíces. Este joven colombiano es técnico en sistemas de armamento aéreo y a su corta edad, que no supera los 26 años, ha recorrido países como las dos Coreas, Irak, Tailandia, las Islas Filipinas y Qatar. En la actualidad se encuentra en Inglaterra desde donde accedió a compartir su historia con EL COLOMBIANO.
Su trabajo consiste en instalar el armamento y hacer el mantenimiento a las computadoras de los aviones de guerra. En Irak participó también en misiones de campo y fue galardonado con la Medalla de la Libertad por su labor.
Este colombiano reconoce que lo más difícil es alejarse de la familia, ver morir a sus amigos en el campo de batalla y conocer el sufrimiento de las personas de otros países, como por ejemplo en Irak, donde las condiciones de pobreza de mucha gente son altas, pero la insensibilidad es aún mayor.
A pesar de estar involucrado en situaciones de guerra y de saber que su labor no es fácil ni a veces bien vista, siente que hace algo por la paz del mundo. "Estoy previniendo que las guerras que se viven en otros países, en el desierto, en tierras lejanas, lleguen a las puertas de mis seres queridos", asegura.
Además, es consciente de que muchas veces en la guerra hay intereses que priman por encima de la vida humana. Y relata que lo ha marcado en la Fuerza Aérea estadounidense comprender que no todo lo que hacen es por servicio humanitario. Reconoce, con dolor, que "hay intereses políticos y económicos más importantes que la vida de un ser humano... En estos momentos sea cual sea las razones por las cuales luchamos la guerra nunca acabará y es triste pues hago parte de ella".
Lo que más le sorprende de su labor no es el conocimiento que posee sino el patriotismo "tan berraco" que los estadounidenses sienten por su país.
Sobre cómo se podría aplicar su experiencia y conocimientos en el Ejército colombiano, explica que tal vez la forma de adaptarse a los cambios de climas, horarios y la facilidad para desplazarse rápidamente de un lado a otro.
Un escenario lejano
La paz la reconoce como una condición lejana y explica que se alcanzará únicamente cuando la dignidad humana sea el principal interés mundial.
Hace poco, Juan Camilo estuvo en el país disfrutando de unas cortas vacaciones. Se alejó de todo y por unos días volvió a respirar el aire fresco, a desayunar con arepa y chocolate, a disfrutar de la bandeja paisa y del amor de sus abuelos.
Después regresó a Inglaterra para colaborar con las fuerzas de la Otán junto a un pelotón que ya en su mayoría se encuentra en Lituania.
Al final del diálogo, Juan Camilo manifestó que "es muy fácil juzgar la guerra cuando no se ha visto la cara de aquellas personas que de verdad nos necesitan".
Este compatriota está dispuesto a sacrificar su vida en este objetivo. Y admite que son muchos los colombianos que llevan la patria en el corazón y a sus familias en la mente. "Así usen otro uniforme, tienen claro que desde cualquier lugar del mundo evitan que la guerra y el maltrato que se vive en otros países llegué hasta Colombia. Suficiente sufre nuestro país y nuestras familias con su propia guerra", concluye.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6