En 2003 el periodista Mauricio Silva estaba disfrutando de un año sabático en Santa Marta donde se deleitaba con la música de Joe Arroyo. Inquieto decidió escribir el nombre del artista en Google. Para su sorpresa, en la época, sólo encontró un párrafo de información, que además, estaba errado: decía que había nacido en Barranquilla.
Seguro de que el lugar de nacimiento era Cartagena empezó a indagar a través de colegas e incluso los sellos discográficos, sin sospechar que sería el comienzo de un trabajo de años de investigación entorno al personaje. Una vida entre el cielo y el infierno que le traería un Premio Simón Bolívar, la publicación de la biografía El Centurión de la noche (2008) y ahora una crónica ¿Quién mató al Joe?, sobre los últimos años de vida del cantautor.
Sobre la crónica ya se empiezan escuchar voces en contra, como la de Jacqueline Ramón , la última esposa del artista, que manifiesta tener intenciones de demandar al periodista, quien escribió tomando las versiones y afirmaciones de personajes que, por diversos motivos, tuvieron que ver con los últimos años de vida del Joe.
"Primero, tengo una profunda admiración por el artista, pero luego, me encontré con un personaje que me pareció sensacional, con todo lo que le pasó, cómo le pasó e incluso hasta su presencia física", comentó Silva.
Han pasado solo siete meses desde el fallecimiento del Joe y siguen habiendo más preguntas que respuestas, pero resuena aún entre sus seguidores, y en especial en el periodista, la denuncia que hizo su hija Eykol la mañana del 26 de julio de 2011, minutos después de enterarse del deceso de su padre: "Lo mataron. A mi papá lo mataron".
"En 2011 me encontré con una historia increíble, luego de años de oscuridad y silencio, porque desde 2007 el artista no me vuelve a contestar, y con el tiempo me doy cuenta, al indagar con sus allegados, de que era una estrategia de su esposa, para aislar al Joe de todas las personas a su alrededor. Investigando encontré que realmente no le dejaban hablar con nadie", dijo él.
Múltiples voces
El libro, tejido a través de testimonios y pruebas médicas, recorre una historia en la que aparecen su última esposa, su manager que era Luis Ojeda , junto a sus abusos con el bazuco y el alcohol; los sonados episodios clínicos que le escondieron a la familia y a él mismo, junto a una explotación laboral denunciada por sus hijos, sufrida al menos en sus últimos años de vida, cuando El Joe, ya sólo quería descansar.
La historia, como el más macabro thriller, recorre una misma pregunta: ¿se hubiese podido evitar el vertiginoso deterioro físico y, a causa de eso, la prematura muerte del Joe? "Todo parece indicar que sí. Lamentablemente, sí", se lee.
Sólo basta con echarle un vistazo a su historial clínico, en el que se incluía hipertiroidismo, diabetes, afecciones y edemas pulmonares, insuficiencia renal, fatigas musculares, hinchazón en los pies, isquemias en el corazón y el cerebro, entre otras, para entender que el Joe estaba mucho más cerca del retiro que del ritmo frenético de las giras de conciertos.
Un par de años antes de su fallecimiento, tanto la esposa como el manager recibieron un parte del cardiólogo que decía que el corazón del Joe iba a quedar funcionando para siempre en un 40 por ciento, lo cual no le fue contado, ni a la familia, ni al artista.
"Los partes de salud que nos daba la esposa o el manager no coincidían con la verdad. Por un lado conocíamos el parte médico oficial, y por otro las mentiras de ellos. Esto me ayudó a publicar el libro para resolver un enigma donde se revela que la muerte del Joe se pudo evitar".
Los anhelos del Joe venían por otro lado, como le dijo una de sus hijas, Eykol: "Quiero recuperarme, tener un estudio de grabación, seguir cantando pero más poquito, más bien producir música, componer y crear canciones para otros, un asunto más suave?".
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