Regalado. Y el otro, impagable. De consumo cotidiano, de esos vinos hechos para almorzar un martes. Y de colección, sobre todo si se maneja una billetera de chino o de poderoso de Hong Kong. Entre esos extremos me moví con mi copa, copa Riedel que por precio de Feria vale solo $10.000, menos de la mitad, por los corredores de Corferias, en Expovinos.
Al alemán Beethoven, de botella azul y de $12.000, líder en ventas en Colombia y conocido como Leche de la mujer amada, que rompió todas las marcas de la relación calidad-precio-vino básico, le salió competidor y bien duro con los españoles Laman: $8.500 por botella, en tinto rosado y blanco.
¿Puede valer tan poco un español? "Vale menos, incluso, unos $3.600 de los $8.500 son impuestos", dice Luis Fernando Emanuel, de vinos del Grupo Éxito, anfitrión de Expovinos. ¿Puede valer tan poco? Sí, España es ícono mundial, pero también elabora bebidas corrientes. No malas. Corrientes.
"Son vinos hechos para los nuevos consumidores", dice Emanuel. Y tienen una gracia, digo yo, y es poner en el menú una expresión de uva desconocida en Colombia, la Cencibel, con un reto para el consumidor: guardar la proporción en las expectativas, que "aromas ricos en zarzamora madura y paladar profundo de frutos negros silvestres", pero en magnitud de 1,60 euros, como $4.000, que es lo que vale una botella en su lugar de origen.
La cata de los millones
Tras el Cencibel, tomé un par de vasos de agua y algo de pan, para limpiar la boca y dejarla lista para los vinos del otro extremo, los de 2.000 a 4.000 euros por botella, según como resulte la cosecha.
Con $8 millones, $10 millones, va una familia a Disney World, y aquí se van en una botella. Cuatro franceses, tres tintos y un blanco dulce.
Mal contados, cada copa que pasé por vista, olfato y gusto, salió en $1,6 millones.
¡Toda esa plata… "Estos vinos han sabido sostener su prestigio durante 160 años, son exclusividad, son magnitud e historia. Los chinos los consideran un talismán", explicó el catador español José Peñín.
¿Uno se los toma y dice "claro, gota por gota, en este aroma a tabaco, cuero viejo y cera de vela, del Chateau Mouton Rothschild Pauillac 1999, o en la miel que asemeja el Chateau D’Yquem Sauternes, de la máxima expresión de dulces en el mundo, como anotó Peñín, están todos esos millones de pesos"? Pues me gustó lo que dijo el experto Hugo Sabogal: "Esta no es una ciencia exacta, nadie tiene la verdad". Él calificó la cata como espectacular.
Ah, ¿que si me gustaron a mí? Me le robo una frase al enólogo del Éxito, Mario Puchulú, quien también salió deslumbrado: "Se necesita un entrenamiento de muchos años para descubrir todos los atributos que tienen estos vinos".
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