No toque, no haga, no diga. Con esas expresiones comienza, en la mayoría de los casos, la educación de padres a hijos. A los primeros no se les puede culpar, ellos recibieron la misma educación y es lo que saben transmitir.
Sin embargo, en este tiempo, donde la salud mental cada vez gana más espacio en la sociedad, formar desde la negación resulta un desacierto.
"Nos enfocamos en lo que no queremos y nos olvidamos de lo que sí queremos. De esa forma creamos pensamientos que afectan la salud, las finanzas, las relaciones personales, laborales y a partir de ahí entramos en círculos que no terminan y que normalmente repetimos debido a esos pensamientos negativos", señala Jairo León González Jaramillo, experto en Programación Neurolingüística, PNL.
Tres preguntas son fundamentales en este proceso: ¿Qué quiero realmente? ¿Cómo lo voy a lograr? ¿Qué evita que lo logre?
Reprogramación
Esta condición solo se logra a través de la instauración de hábitos y la concientización de lo negativo en la vida propia.
"Es necesario entrar en un nivel de conciencia es decir, identificar qué creencias o sentimientos tengo hasta el momento que entorpecen mi día a día. Caer en la cuenta de que hay situaciones en las cuales debo actuar y expresarme de otra manera, pensar de otra manera. Visualizo lo que quiero e inmediatamente mi cerebro empieza a pensar como en fotografías hasta convertirlo en un hábito, de ahí pasa a ser una creencia, luego una actitud y finalmente, un comportamiento que es lo que me genera el resultado", explica Martha Uribe Sanz, especialista en PNL.
Un ejercicio que proponen los especialistas y que facilita el proceso de reprogramación es conectar el pensamiento con la emoción. Por lo tanto, ante una situación o un señalamiento negativo por ejemplo, respirar, contar hasta seis y reaccionar -con calma-, es la sugerencia para evitar respuestas de ansiedad, miedo, temor o angustia.
"Antes las circunstancias lo más adecuado es tener pensamientos proactivos y no actuar como víctimas. Esto, tanto para situaciones positivas como negativas", expresa Gloria María Pérez Aristizábal, psicóloga clínica.
Niños positivos
Tal vez en el vientre no entiendan las palabras, pero según González sí reciben información energética. Durante el crecimiento y hasta los siete años, los niños se programan y llevan al inconsciente lo que escuchan de sus padres y lo que aprenden a través del afecto.
"Las creencias se instauran en el cerebro desde la gestación y se programan muy fuerte hasta los siete años, luego son creencias aprendidas que se quedan en el recuerdo. Con base en esos recuerdos y vivencias es que el ser humano actúa a lo largo de la vida", advierte Uribe.
Evitar palabras negativas y reforzar la formación de los niños con expresiones como: tú puedes lograr lo que quieres, además de propiciarles un ambiente en el que puedan ser abiertos, expresivos y creativos, son herramientas que los padres pueden dejarles a sus hijos para que, como ocurre tradicionalmente, no seamos formados desde la negación.
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