Solo la persona que no lo tiene comprende la angustia que se encierra en una palabra tan breve como "empleo". Sin embargo, al conocerse que el Valle de Aburrá presenta un desempleo del 18 por ciento, el segundo más alto del país, el drama que están viviendo muchos hogares se hace patente para el resto de la sociedad, por todas las secuelas asociadas a la falta de trabajo.
La crisis financiera internacional, cuyos efectos se han sentido en Colombia en varios renglones de la economía, agravó un problema que el país afronta desde hace varias décadas, y que necesita del concurso de todos: sectores público y privado, y esfuerzos estatales y de los gobiernos locales. Como lo dijimos en reciente editorial, "es un asunto de solidaridad y responsabilidad social".
Con un plan de choque que generará 16.300 nuevos empleos, anticipando obras públicas previstas en el Plan de Desarrollo y utilizando el superávit de 185.000 millones de pesos que arrojó el ejercicio fiscal de 2008, Medellín pondrá su grano de arena para amortiguar el impacto de una desocupación tan alta en la región.
Si bien es cierto que las obras públicas por sí solas no van a resolver el problema, se abona la prontitud y bondad de esta decisión, y el mensaje que ella envía en torno a la debida contribución que estamos llamados a hacer todos para aliviar este problema.
Los anuncios del alcalde Alonso Salazar son un llamado a ponerle atención a este drama, que compromete a todo el Valle de Aburrá, pues está bien claro que una cosa es el lugar donde habitamos y otra, donde trabajamos. Estudios estadísticos señalan, por ejemplo, que solo uno de cada cinco habitantes de Envigado trabaja en esa población, en tanto que cuatro de cada cinco trabajadores de las empresas allí instaladas, provienen de otros municipios. El número de pasajeros que cada día movilizan el Metro y las rutas intermunicipales nos pueden dar una idea de la cantidad de personas que se desplazan de un municipio a otro para trabajar.
En este escenario de conurbación entre los 10 municipios de esta ciudad-región, el empleo, la seguridad, el ambiente, el transporte y la vivienda no son un problema de cada municipio sino que obedecen a realidades y retos del Valle de Aburrá, algunos ya cobijados bajo el concepto técnico de "hechos metropolitanos".
Por eso resulta muy conveniente que, como lo ha hecho el alcalde Salazar, los demás mandatarios del área estudien y pongan en marcha estrategias similares, que así como contribuyen a generar empleo, den soluciones a otras poblemáticas como el déficit habitacional, la dotación de servicios públicos y la adecuación de vías para mejorar la movilidad.
Medellín puso su case y se propone agilizar la contratación de algunos proyectos como el tranvía de La 80, el metrocable de la Noroccidental y la construcción de 6 mil viviendas. ¿Qué tienen planeado los demás alcaldes para responderles a sus ciudadanos? Es urgente que decidan sobre las obras que además de generar un impacto social y crear empleo, aumenten la competitividad de sus municipios y propicien la instalación allí de nuevas empresas.
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