Muchas cosas habría que hacer en Medellín antes de tomar decisiones como la de cerrar, por el motivo que sea, la Avenida Regional, eje central de la movilidad en el Valle de Aburrá y además troncal nacional por la que se mueve buena parte de la carga entre el sur del país y la Costa Atlántica, y un gran número de pasajeros, con un promedio de 700 mil viajes al día.
Y lo primero que habría que hacer es tomar conciencia de que Medellín es una capital, la segunda en importancia en el país, con una dinámica tal, que no se puede seguir administrando como si fuera un pueblo. Cerrar la Regional en la época del año de mayor movimiento es un grave error y las consecuencias las estamos viviendo todos. La ciudad está colapsada y el tránsito de vehículos se redujo a un ritmo insufrible de 12 km por hora, con lo que ello representa en mayores costos y tiempos de desplazamiento.
Pero también habría que hacer consideraciones de otro tipo. ¿Es realmente el paseo del río el mejor lugar para organizar eventos? ¿Hasta cuándo carecerá Medellín de un escenario de categoría para la realización de espectáculos multitudinarios? ¿Será hora de pensar que ante la falta de espacios debamos acudir a municipios vecinos para contar con un gran escenario o coliseo?
A todo esto se suma la poca conciencia que tenemos en torno al transporte público masivo para desalentar el uso del carro particular, si bien, y pese al poco avance registrado en el Sistema Integrado de Transporte, el Metro ha mostrado su eficiencia para movilizar pasajeros. En diciembre, en promedio ha transportado 535 mil pasajeros diarios en semana, y el martes, cuando se presentó un trancón sin par en la ciudad, movilizó 563.016, muy cerca del récord en número de usuarios que obtuvo el 2 de agosto, en la Feria de las Flores, con 576.909 personas.
En el pasado hemos cuestionado los problemas que origina la restricción del tráfico en la Regional por efecto de los alumbrados en el río, cuando los tacos a lo largo de este corredor vial son la mejor demostración de que la ciudad no tiene otras alternativas eficientes de movilidad. Y esos problemas, que han sido evidentes en el pasado, se debieron haber tenido en cuenta antes de decidir cualquier otro uso para estos espacios, como el concierto que Juanes le regaló a la ciudad, o al menos para contemplar la posibilidad de acudir a otros sitios diferentes como el parque Juan Pablo II, la Unidad Deportiva, la Unidad de Belén o como lo fue en el pasado, la Plaza de Cisneros y el espacio en torno a los edificios administrativos en La Alpujarra. Incluso, son muchas más las personas que caben en el Atanasio Girardot, habilitando el uso de la gramilla, lo que se hubiera podido hacer tras el partido de anoche, cuando el estadio se cerró hasta febrero.
Creemos que el Alcalde estuvo mal asesorado al tomar esta decisión, sin tener en cuenta los flujos de la ciudad, y aquí le cabe una alta responsabilidad al Secretario de Transportes y Tránsito, que por ser la autoridad en la materia debió dar a conocer los argumentos técnicos para evitar el infarto vial que nos trajo esta Navidad y que con seguridad no estaba en la cabeza de Juanes que lo único que quiere es brindarle alegría a su ciudad - que siempre lo acoge con afecto y entusiasmo - con un regalo que, como él lo dijo, le "salió del alma".
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