El mundo volteó la mirada hacia Colombia para reconocer, entre la admiración y el asombro, cómo fue que gracias a la insistencia en una política de defensa del Estado y lucha contra los alzados en armas, el país logró debilitar, en el lapso de ocho años, a una de las mayores organizaciones terroristas del mundo.
El golpe contundente de la operación Sodoma fue recibido con júbilo y optimismo por gobiernos como el de Estados Unidos y organizaciones como la OEA. Saben, ahora, que esa lucha callada y casi individual que ha librado Colombia contra el terrorismo tiene un éxito tras otro luego de años de profundos reveses.
Las consecuencias en política exterior de la muerte del "Mono Jojoy" son inmensas. Ya existía fuera de las fronteras la idea de que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez había logrado duros golpes. Ahora, la vaga opinión de continuidad que tenían algunos en el extranjero con el presidente Juan Manuel Santos queda ratificada. El mismo Mandatario colombiano queda en posición de mostrar resultados extraordinarios a solo mes y medio de asumir el cargo.
Justo hoy, y como una casualidad temporal, Santos se reunirá con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y no hay mejor credencial que el golpe a las Farc para exponer los logros de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.
Santos, casi de manera pedagógica, explicó ayer a la agencia AP en Nueva York que el triunfo militar obtenido en Colombia "era algo similar a decirle a los estadounidenses que había caído Osama bin Laden".
"Es una noticia histórica para nuestro país", repetía Santos una y otra vez para que los desprevenidos entendieran el alcance del bombardeo.
En el vecindario, complicado y belicoso la mayoría de ocasiones, los espaldarazos no fueron muchos, pero el avance en operaciones militares conjuntas con gobiernos como el de Ecuador, demuestran que ya no son épocas de resaltar a un grupo rebelde que sigue alzado en armas.
Ya lo han dicho Lula da Silva, en Brasil, Rafael Correa desde Ecuador e incluso Hugo Chávez por Venezuela: "ya no es tiempo para tomar el poder por las armas".
Y quizá, esa frase que resuena con fuerza cuando viene de mandatarios que no han apoyado los procesos de la Seguridad Democrática, queda ratificada con golpes como el de ayer que enseñan que en Colombia la vía para los insurgentes es la rendición o la persecución a muerte.
Con el actuar del Ejército en La Macarena da un paso gigantesco para ser vista en el exterior como una Estado que, si bien algún día fue considerado fallido, hoy puede mantener en las Fuerzas Armadas el monopolio de las armas y defender las instituciones democráticas.
Pico y Placa Medellín
viernes
no
no