Hay dos cifras que harán historia en la vida de Colombia, historia en el desempeño de los jueces y creo que en la cicatería de algunos. Y las cifras son bien distintas. La una nos habla de una pastilla de caldo, de ese que viene para echarla en agua caliente y tomarla ahí mismo. La otra cifra está por los lados del billón de pesos colombianos. Los expertos en matemáticas podrían decirnos cuántos cubitos de caldo se pueden comprar con un billón de pesos.
Y los expertos en justicia dicen que se llaman jueces, nos pueden informar cuántos años de cárcel hay que pagar por un caldo de gallina y cuántos por desaparecer un billón de pesos. Por lo que se dice en los noticieros o noticiarios, sabemos que por el billón de pesos "esfumado" los fulanos estarían catorce años en la prisión, pero catorce años que rebajarán indudablemente primero en la casa por cárcel, luego por el brazalete y más tarde porque... bueno, ya conocemos la justicia colombiana.
Francamente debería "declararme impedido" para opinar porque el caso es sencillamente espantoso, ya que la pena para el que se raponeó la pastilla para calmar el hambre, debería purgar entre dos y cinco años. Menos mal, muchacho, que no te llevaste la cajita entera porque habrías quedado pagando más "cana" que los del billón de pesos.
PAUSA . Dice una vieja canción: todo el mundo roba, robá vos también.
FUME COMPADRE . Esta frase tendrá que hacerse famosa por más de una razón. En primer lugar porque los mandamases de algunos estados gringos permiten no solo el consumo de la marihuana, sino que dejan sembrar la canavis donde los ciudadanos quieran. En sus solares, sus fincas, sus terrazas, donde les venga en gana. Ya no es pecado meterse un pucho entre los dientes y salir tranquilo a darle chupadas en la calle.
Y para entrar en nuestro patio, en Uruguay, digamos de una vez que el viejo Pepe Mujica anunció hace pocos días que en su país será libre el consumo de la marihuana. Por supuesto que no defiendo estas medidas, pero hago notar que los muertos por causa del tabaco son seis millones al año y los de la "yerba" o no existen o los esconden entre una selva de canavis.
Pido perdón a los charrúas o uruguayos cuando escribo el viejo Pepe Mujica. Y lo pido porque el señor Mujica es nada menos que el presidente de Uruguay que merece no solo mi respeto sino mi admiración, porque hace quince días se le vio arreglando con sus propias manos el sanitario de +su casa... y porque es el presidente de un país que amo de verdad. Y no es carreta, Pepe.
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