La limpieza facial es uno de los rituales nocturnos que no se deben pasar por alto, incluso en un día en el no nos hayamos maquillado. Respecto a este proceso circulan verdades y mentiras que es necesario desvelar para evitar errores.
Leonor Prieto, directora científica de los laboratorios La Roche-Posay, explica que el limpiador debe estar formulado para respetar la integridad de la piel, eliminar las impurezas, las células muertas y respetar el manto ácido y el equilibrio fisiológico de la piel.
Señala Prieto, quien añade que es falso que las pieles sensibles no deban abusar de este tipo de productos por temor a una mayor irritación.
La doctora advierte que es bueno utilizar, incluso dos veces, un tónico tras la leche limpiadora, pues juega un doble papel: elimina los restos de la leche y proporciona luminosidad, suavidad, frescor, calma y vitalidad.
Los más acertados para las pieles grasas son los que llevan alcohol, aunque en una cantidad pequeña. En el caso de pieles sensibles, las aguas termales. Todo debe ser aplicado sin frotar en exceso.
Descarta el uso de exfoliantes para las pieles grasas, pues "las daña en profundidad", aunque una vez por semana recomienda un "exfoliante mecánico" para dejar la piel más suave: "Lo importante es que arrastre las células muertas de forma eficaz, pero no agresiva".
Sobre las las toallitas limpiadoras indica que no resecan la piel, aunque no cumplen plenamente su función, ya que "no contienen muchos elementos limpiadores" por lo que la limpieza no llega a ser completa. "Son recomendables en casos puntuales", aunque las excluye para pieles sensibles
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