Se pretende "soterrar" 12.6 kilómetros de las vía arterias del corredor del río y a rajatabla, sin haber analizado su factibilidad, afirman que el costo de la obra será de $1.9 billones, cuando apenas se está convocando a un concurso arquitectónico; y sin estudios, diseños, ni especificaciones técnicas, es imposible determinar siquiera el costo aproximado del enorme desafío técnico que significaría construir túneles por debajo del nivel freático del río y cruzar las quebradas afluentes, o desplazar por ejemplo las redes del Plan Maestro de Alcantarillados construidos hace décadas por EPM, y construir en su lugar una brecha para túneles y enterrar los 130.000 vehículos diarios que circulan por el corredor vial y además, desviarlos por años durante la etapa de construcción etc., etc.,
Es cierto que a la ciudad le faltan espacios públicos adecuados para la recreación, el deporte y el sano esparcimiento como lo tienen las grandes urbes del mundo, pero no es suficiente argumento como para que a los corredores adyacentes al río Medellín se les cambie destinación diferente a la reiterada en muchos Planes Viales Metropolitanos como son, los sistemas de transporte multimodal, las redes de conducción de agua potable, las residuales a las plantas de tratamiento, o las redes de transmisión de alta tensión, etc., y que de no ser así, ¿para qué fue la planeación?
Hace ya más de tres décadas que la ciudad de Boston de los Estados Unidos, también imaginó recuperar más de 100 hectáreas para destinarlas a parques y sustituir la vieja autopista elevada que la cruzaba, añadiéndole de paso un ramal al aeropuerto y, con un presupuesto inicial de USD 2.600 millones para construir 5.6 km de túneles, se bautizó como el big dig ( la gran excavación) por analogía con el bigger dicht o Canal de Panamá.
Y a pesar del veto del entonces presidente Ronald Reagan, cuando ya el proyecto se estimaba en USD 5.000 millones, en 1991 se emprendió el más grande y complejo proyecto de la historia de los Estados Unidos, el de mayor desafío tecnológico del mundo para terminarlo en siete años.
Y para garantizar el éxito de la obra y superar obstáculos ambientales, se encomendó al consorcio Bechtel corp. & Parsons Brickerhoff, diseños y construcción del proyecto, una empresa de consultoría de la mayor solvencia técnica.
Pero ya en 1999 y a medio camino cuando no había reversa, el costo se estimaba en USD 10.000 millones y el Estado de Massachusetts debió emitir bonos para cubrir el costo adicional y emprender un proceso contra el administrador del proyecto Mr. James Kerasiotes.
Por fin el proyecto se concluyó en el 2007, pero a un costo que superó los USD 14.600 millones sin incluir los financieros, compensaciones económicas, demandas por muertes de usuarios etc., etc., para un cálculo final de USD 22.000 millones y una recuperación de lo invertido que irá hasta el 2038.
Pero allí no terminó la historia, porque el proyecto ya construido presentó problemas de filtraciones en techos, fisuras en muros, oxidación del acero de refuerzo de estructuras, deterioro de lámparas de iluminación y de redes de incendio etc.
Acaso este referente histórico nos sirva para reflexionar respecto a la aventura en que la administración municipal ha comprometido premios por el concurso por $ 351 millones, sin contar el contrato de $ 2.021 millones al finalista y cuya posible construcción, comprometería ingresos e impuestos de generaciones, cuando ya nadie responderá por el despilfarro de los dineros públicos.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6